Bambi
Las semanas pasaban realmente rápido, agotadoras y estimulantes a la vez. Por un lado los estudios empezaban a sofocarme como un virus, era una pandemia para todos, parecíamos saltar a la yugular de cualquiera que se nos acercase a hablarnos. Pero luego tenía mis momentos de relajación absoluta, el garaje me permitía enfocarme en la música que me rodeaba y los constantes ruidos de los chicos, arreglar problemas sencillos para mí, motores y grasa, un pequeño paraíso muy dentro de mí.
Y evidentemente, estaba Caleb, Jesús, maldito Caleb.
Solo pensar en él ponía una estúpida sonrisa en mi muy tonta cara.
Hacía tanto tiempo que no sentía esto, creo que nunca llegué a sentir esta paz. Estudios, coches y un novio. La vida de cualquier joven normal, problemas normales, actos normales, consecuencias normales. Podía respirar. Caleb me hacía respirar, o en su mayoría atragantarme...eso ha sonado francamente mal.
Pero siendo sincera, el sexo nunca había sido así, excitante solo por ser sexo, no por necesitar una súbita follada de adrenalina, una descarga de ira, o un pasatiempo de perdición y olvido. Era sexo del bueno, del que estalla tu neuronas e hincha tu pecho.
Fantas-jodido- tico.
Sin problemas de localización, o su casa estaba vacía o lo estaba la mía, y si no era así siempre quedaba el asiento trasero del coche. Mi coche. Idiota motorista. Su único error.
Las chicas eran fantásticas, normales, tardes de compras, cine, charlas interminables cuando venían a comer algo en el garaje para hacerme compañía...amigas, de verdad. Tanto Hays como Zoey había dejado de interesarse por la vida sexual de su hermano y de su primo, gracias a dios por eso, éramos solo nosotras.
Deon volvía a ser el chico que me hablaba por los pasillos, aunque su actitud con Caleb continuaba distante, y había una mirada en sus ojos cada vez que hablábamos que me ponía los pelos de punta, y no de una mala manera, me sentía tan asquerosamente culpable por ello. Aunque evidentemente, nada iba a suceder ahí.
Finalmente conocí a Dakota, la espiritual de la familia, la trilliza exotérica. Limpió mis chakras mientras comía una hamburguesa doble con queso y huevo. Y canalizó mi aura a través de "plantas medicinales", las cuales fueron reutilizadas por Caleb y los chicos, dando el pistoletazo de salida a una tarde de incongruencias y risas.
Caleb cenó en casa un par de veces y tanto Billy como los gemelos lo adoraron. Pequeño mierdecilla manipulador.
Y ahí es donde interviene...
- Mis padres van a organizar una cena para todos, quieren conocerte de una vez- ronroneo por la distracción de su mano acariciando el cachete de mi culo desnudo. Levanto las manos de mi barbilla y me incorporo para poder mirarlo a los ojos tumbado a mi lado, desnudo si ningún pudor.
- ¿Para después de los exámenes?- asiente lentamente con ese brillo en los ojos que me encanta.
- La semana que viene el sábado.
- Eso es genial, un buen cierre para todo el estrés de la semana- se acerca arrastrándose entre las sabanas arrugadas y poniendo su enorme brazo tatuado alrededor de mi cintura.
- Pensé que era bueno quitándote el estrés.
- Oh, sí lo eres, pero también se puede quitar el estrés sin necesidad de tener sexo...
- ¿Quién diablos ha dicho que no vamos a follar el sábado?
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Como mi alma
ChickLit(Segunda parte de Como mi tinta- La historia de Caleb alias"hijo de Travis y Danielle") Historia para mayores de 18. QUEDA AVISADO! Derechos reservados. Las apariencias engañan. Para bien, o para mal. Las actitudes cambian. Para bien, o para mal...