No puedo evitar que aparezca una sonrisa en mis labios al ver como se acerca al mostrador y pide un par de patines para nosotros.
Mientras él está ocupado no puedo evitar dar una vuelta sobre mimisa mirando todo el local, es enorme, la pista de patinaje está en el centro del local, en la entrada donde está el mostrador para pedir los patines y al fondo una barra bastante grande acompañada de mesas alrededor. Minutos después nos sentamos en unos minis sofas y nuestras manos rozan al darme los patines.
–¿Alguna vez has patinado?
–Cuando era pequeño venía mucho aquí, sobre todo cuando tenía un día horrible. Empecé a interesarme por el patinaje e intenté que mis padres me apuntaran, pero no lo conseguí... –suspira– pero estuve intentando aprender varios pasos yo solo o con ayuda de personas que sabían más y venían, hasta que empecé con el fútbol.
Se deja caer en el pequeño sofá donde estamos sentados y se pasa la mano por el pelo.
–Hacía tiempo que no venía por aquí... Lo echaba de menos...
–Es un sitio muy acogedor –miro la pista de patinaje que tenemos delante mientras apoyo mi cabeza en su hombro.
–Lo es...
Deja unos segundo su cabeza sobre la mía, hasta que se separa y me ayuda a levantarme, poniéndose detrás de mí con una mano sobre la mía y la otra en mi cadera para evitar que acabe en el suelo, me guia hasta el centro de la pista, estando a pocos centímetros del otro.
–Sabes que acabamos en el suelo ¿no? –noto como me agarra con más fuerza y centra su mirada en mi
–Posiblemente –reímos los dos
Poco a poco, termino cogiendo más confianza y ya no está detrás de mí, sino a la derecha aun sujetando la mano mientras hacemos algún paso que aprendió hace unos años, bueno al menos intentamos hacerlos, no salen tan mal como esperaba y tampoco hemos acabado en el suelo. Sinceramente es un logro para ser yo.
Carlos está de pie a mi izquierda esperando a que termine de quitarme los patines para llevarlos al mostrador, no tarda en alejarse para llevarlos y yo aprovecho para sentarme en la barra y pedir un batido de chocolate.
–Lidia, ponme un batido de mango, por favor.
La chica le dedica una sonrisa y no tarda en empezar a preparar el batido, pero no tarda en centrar su atención en mí, solo me mira sin decir nada.
–Deberías sonreír más
Creo que me he sonrojado un poco al escuchar eso.
–Es difícil cuando no tienes motivos para hacerlo... –murmuró sincera
Sigo notando su mirada clavada en mí en busca de mis ojos.
–Yo te daré motivos para hacerlo
Levantó la mirada del suelo, le miró y nuestros ojos se encuentran por unos segundos hasta que vuelvo a mirar al suelo, me quedó en blanco y ninguno de los dos vuelve hablar, simplemente el silencio no es incómodo, nos quedamos así lanzándonos miradas, algunas de reojo para intentar mirar al otro.
Dándole vueltas a lo ultimo que me acaba de decir no puedo evitar que aparezca una sonrisa en mis labios que no me molesto en ocultar. Imbécil...
Me quedo embobada intentando descubrir qué canción está sonando de fondo, solo es posible darte cuenta si prestas mucha atención, hasta ahora no me había dado cuenta y parece que no soy la única.
–¿Preparada para pasar vergüenza?
No me da tiempo a reaccionar, tira de mi brazo suavemente hacia él, solo puedo centrarme en su sonrisa ¿ya me había dado cuenta de lo bonita que era?
Comienza a bailar lo que creo que es un vals guiandome poco a poco mientras yo en el intento de bailarlo le pisó varias veces, poniéndome roja de la vergüenza.
–Así mejor
Me limito a seguirle torpemente, mirando al suelo, siento su mano en el mentón y como sube mi cara para que le mire a los ojos, me dedica una sonrisa que correspondo con bastante timidez.
Mientras estábamos bailando pude escuchar mejor las canciones que sonaban de fondo, heartbeats de Tom Walker, all this love de JP Cooper y la última canción better days de Dermot Kennedy.
Pasamos así unos diez minutos, uno delante del otro. Cuando nos separamos, miro a mi alrededor y me doy cuenta que estamos rodeados de algunas personas que nos miran con atención, si antes esta roja ahora tengo que estar más, sobre todo cuando empiezan a aplaudir.
Carlos pone su brazo por encima de mis hombros y vamos al coche, cuando llegamos a él abre la puerta del copiloto para que me siente, no tarda en sentarse donde el conductor. Esta vez no me pasa su móvil sino que él elige la canción power over me de Dermot Kennedy
Quiero saber quién eres
Quiero que tu corazón lata por mí
Escucho la canción atentamente mientras miro por la ventanilla del coche volviendo a sentir su mirada clavada en mi.
****
Han pasado dos semanas desde que Carlos y yo fuimos a la pista de hielo. Estos días solo hemos podido hablar en el instituto, me ha contado que está semana tenía partido y ha tenido que estar estas semanas entrenando con el equipo después de clase.
Aparte su padre le ha pedido que ayude a su hermano menor a practicar con el fútbol creo para intentar entrar en el equipo de su año, no ha tenido más opción que hacerlo.
Melenia y yo nos hemos hecho más cercanas estas semanas, hemos pasado casi todas las tardes juntas incluso me ha invitado a su casa este viernes.
Hace dos días pasamos por el campo de fútbol del instituto, Carlos estaba entrenado con el equipo, cuando nos vio, no tardó en venir donde estábamos y descubrí que él y Melania eran hermanos, ella tiene la misma edad que yo así que él es dos años más grande que ella.
La primera vez que conocí a Melenia no me había fijado que se parece demasiado a su hermano mayor, hasta que no me enteré de que eran hermanos no empecé a ver todos sus rasgos en los que eran igualitos.
Antes estaba un poco nerviosa, hacía tiempo que no iba a casa de nadie, la última vez que fui a casa de alguien que consideraba mi amiga, poco después me trató como basura, claramente tengo miedo que pueda volver a pasar, ya pasó una vez ¿no? podría volver a pasar... Y por otra extraña razón, saber que posiblemente Carlos esté ahí me pone mucho más nerviosa de lo que me gustaría admitir.
Nota Autora:
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¿creéis que es una cita?
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No merezco vivir, según ellos
RomanceKala Fernández, una chica que estaba consiguiendo al chico que le gustaba pero a la hermana de él no le sentó nada bien. Ella tiene un primer amor fallido y decepcionante. Carlos Balint tenía una vida complicada, siempre decía que estaba bien, todos...