Capitulo 12

1.3K 110 20
                                    

Después de hablar con DeathMask y Afrodita, ellos no pudieron evitar reírse un poco de su situación, sabían que era un mujeriego, por eso les sorprendió el hecho de que no tuviera algo en mente para conquistar a Shina.

DeathMask: Déjame decirte algo monje. - dijo mientras lo abrazaba amistosamente - Shina es una de las mujeres con un carácter.... Especial, porque si no está de buenas literalmente quiere matarte.
Afrodita: Pregúntale a Seiya y Milo cuántas veces no los quiso matar. - secundo el argumento de su amigo, tampoco era como si lo quisieran desanimar. -

Aome y Sango solo miraban como es que Afrodita y DeathMask le daban sus consejos a Miroku, quien parecía estar aún más perdido escuchandolos.

Sango: ¿Será prudente que nosotras lo ayudemos? - pregunto con gracia mientras veía como los tres ya habían armado un plan -
Aome: Si Shina no los mata después de lo que van a hacer, entonces lo ayudamos.

Vieron como los tres salían del templo de Piscis, dispuestos a ir a buscar a Shina, y si algo sabían de esos tres, era que cuando algo se les metía en la cabeza, no había poder humano que los hiciera desistir.

Días después

Naraku se encontraba en una cueva, si se quejaba de Aome y los demás buscándolo, tenía que reconocer que los caballeros eran aún más persistentes que ellos.

Tenía que hacer algo pronto, su plan era atacar a Aome, pero ella, al igual que Athena, estaba siendo custodiada por los caballeros, por lo que llegar a ella sería difícil, aunque aún tenía una carta por jugar, pues una parte del alma de Magatsuhi aún estaba con él, y bien o mal, era una parte fundamental de la perla, y podía hacer que lo obedeciera.

...........

Saga: Lo encontramos. - dijo al entrar a la sala patriarcal - No es tan listo como pretende.

Saga había estado encabezando un grupo de búsqueda para encontrar a Naraku, resulta que él y Sesshomaru se encontraron en un punto en el que los dos dieron al mismo tiempo con el paradero de Naraku, comprobando que no era tan listo como aparentaba.

Aunque por otro lado, esas palabras para Aome, fueron como un balde de agua fría, había disfrutado tanto de la compañía de Afrodita, que por un momento se permitió olvidar el asunto de Naraku.

Se dedicó a escuchar el plan en ese momento, pero los interrumpió, pues sabía que todo lo que los caballeros decía, no haría caer a Naraku.

Aome: El quiere la perla. - hablo llamando la atención de todos - y de paso... Acabar conmigo, pues le recuerdo a Kykyo.
Athena: ¿Qué es lo que sugieres Aome? - pregunto la diosa, mirándola con interrogación - Cuéntanos, que es lo que propones.
Aome: Darle lo que quiere.
Kykyo: ¿Te das cuenta de cuánto te arriesgas con eso? ? - contraatacó para sorpresa de las dos - Lo mejor sería que fuera yo, ya no tengo que perder.

Una hora después

Los caballeros no estaban muy de acuerdo con el plan, mucho menos Afrodita, y que decir de Inuyasha, pues Aome y Kykyo serían el señuelo.

No estaban de acuerdo, pero incluso el mismo Sesshomaru admitió que con Aome y Kykyo, sería más fácil atraer a Naraku al santuario, pues el plan consistía en que Aome y Kykyo salieran a caminar, con el pretexto de "ayudar a que Aome recuperara sus recuerdos", Mu estaría cerca para teletransportar a los tres, esto una vez que Naraku las atacara, y estando en el santuario, estando ahí, Athena se encargaría de llevarlos a la otra época.

...........

Afrodita veía como Aome estaba un poco distante y distraída, reconocería esa mirada y actitud en cualquier guerrero, era la misma reacción que tenían todos cuando sabían que seria el último enfrentamiento contra alguien o algo peligroso.

Afrodita: Todo saldrá bien. - dijo mientras se acercaba a ella y la abrazaba - No dejaré que nada te pase.
Aome: Afrodita... - girandose para verlo - si quiero acabar con Naraku, tendrá que ser en la época antigua, no sé que va a pasar cuando le pida el deseo a la perla.
Afrodita: Si te quedas en ese lugar, buscaré la manera de estar contigo. - dijo mientras repartía besos por toda su cara - No te dejare ir por nada en este mundo.

Para finalizar, la beso en los labios, un beso que se torno demandante y posesivo por parte de los dos.
Afrodita estaba haciendo uso de todo el autocontrol que podía, pero en cuanto Aome mordió sus labios, únicamente se separó de ella para mirarla y comprobar si ella quería lo mismo que él.

Al alzó y la llevo hasta la habitación, una vez ahí la recostó suavemente en la cama, y él se subió encima de ella, apoyando su peso en sus codos para no aplastarla.

Se dedicó a acariciarla y besarla apasionadamente, para después quitar su ropa de manera lenta, no pudo evitar mirarla con ternura al ver que intentaba cubrirse.

Afrodita: No te cubras. - dijo mientras tomaba sus manos - Eres hermosa, no oculte tu belleza.
Aome: Tengo una fea cicatriz en la cadera... - trato de explicar lo mejor que pudo, pues no podía hablar muy bien debido a los besos de Afrodita - En dónde estaba la perla, y....
Afrodita: Te lo repito, eres perfecta.

Aome ya no dijo nada más y se dejó llevar, se quedó un poco sorprendida al ver a Afrodita semidesnudo, y él, volvió a mirarla con ternura, adoraba ese lado de Aome.

Afrodita: Tocame Aome. - dijo mientras tomaba su mano y la dirigía a su torzo desnudo. - Soy tuyo, totalmente tuyo.

Los dos llegaron a un punto en el que no resistieron más, y Afrodita lo comprobó cuando cuando Aome enredo sus piernas alrededor de su cintura.

Afrodita: Te juro que después de esto... No habrá nada ni nadie que te aleje de mi.
Aome: Puedo decir lo mismo.

Después de esas palabras, Afrodita entro en Aome, ella grito al sentir un pequeño desgarre en su interior, mientras clavaba sus uñas en la espalda del guardián de la última casa.

Después de unos cuantos minutos, ella le indico que podía moverse, y los movimientos lentos y delicados, se volvieron un poco salvajes, hasta que los dos llegaron al climax, gritando el nombre del otro.

.......

Cuando la mañana llegó, Afrodita fue el primero en despertar, y se dedicó a observar a Aome mientras dormía, sonrió para el mismo, pues si antes sentía que él era de ella, y ella de él, aún sin ser novios, ahora sí podía decirlo, que se pertenecían mutuamente.

Amor, Rosas y RecuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora