01: AU

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Adrinette April

El Real Yo

AU

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Hace mucho tiempo atrás en un lejano lugar, existía una fuerte y valiente superheroina enmascarada que protegía a su gente con gran habilidad del tirano rey que atacaba con magia oscura que solo ella podía repeler.

Sabía que era peligroso, pero ella ansiaba y esperaba que la tierra de sus padres y de todos sus amigos pudiera estar en paz.

Pero, aunque era bastante habilidosa en su labor, no quitara que, sin la máscara, pareciera solo una pequeña doncella pueblerina, de coletas, con una sonrisa inocente en sus labios y una torpeza latente en sus pies, que la hacían visitar el piso más veces de la que ella hubiese querido.

—Lamentamos tanto no haberte hecho con más estabilidad —solía comentarle su madre, pero ella era feliz así, porque protegía mejor su identidad.

Todo iba bien, hasta que un día, en búsqueda de materiales frescos para el trabajo de sus padres, se extravió en un bosque. Si bien, era fácil salir solo invocando el poder mágico que se le habia otorgado, tenía miedo de ser descubierta.

Afirmándose a su capucha, trató de hacer uso de sus recuerdos tratando de fijarse en cuantos árboles había avanzado desde que entró, para regresar sobre sus pies, pero no parecía surtir efecto, porque cada paso que daba, más se hundía en las profundidades del bosque.

—¿Por qué rayos me salí del camino? —protestó. Ah, sí, ahora recordaba. Mientras, buscaba las fresas silvestres, encontró unas bellas mariposas y había querido dibujarlas. Odiaba las mariposas moradas que atacaban su pueblo, pero amaba las coloridas, las que le recordaban que las mariposas son una representación de cambio y no algo para dañar y jugar con los sentimientos de las personas.

Sacudió su cabeza y volvió a caminar, diez pasos hacia la derecha, veinte hacia el frente, once hacia la izquierda y llegó a un árbol que nunca había visto y sintió algo que la hizo voltear y girar en su lugar, antes de que una espada se clavara en ella misma.

Agitada, elevó la mirada para encontrarse con un joven, el sol le daba en la espalda, así que poco podía ver sus facciones, pero parecía como si brillara, y ella se sintió embelesada.

—Éste no soy lugares para una señorita —le dijo, quitando con algo de fuerza, la espalda del árbol—. ¿No ha oído de los animales salvajes que abundan aquí?

Cuando el chico se movió, ella finalmente pudo ver sus facciones, era tan hermoso que sintió que veía una criatura mágica del bosque, más que un humano.

—Sí, pero me perdí —respondió, tomando la mano que éste le ofreció. Fue tan grande el tirón que le dio, que su capucha se cayó, dejando libre su cabellera oscura. Ambos se miraron, sin entender, porque sentían algo recorrerlos completamente mientras sus manos estaban juntas, al menos, hasta que ésta toda apenada, se soltó.

—No debería estar aquí —le volvió a decir, aun observando su mano.

—No debería preocuparse por mí —le indicó, abriéndose la capa, mostrando que, aunque llevaba un bonito vestido, portaba también una espada—. Sé defenderme muy bien.

—¿Espadachina? —dijo, sorprendido, pero alguna razón sonrió, poniéndose en posición—. Nunca he tenido una práctica de espadas con una chica tan bonita —le comentó.

El Real YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora