29. Hámster

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Adrinette April

El Real Yo

Hámster

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Adrien creían que había una especie de maldición con el termino Hámster en sus vidas, pues al inicio, siempre algo interrumpía cuando querían mencionar el nombre que le pondrían al pequeño roedor.

Y luego, pasaron otras cosas que eran bastante curiosas si las pensaban un poco.

Primero: Cuando Adrien descubrió que era un sentimonstruo, o sentihumano como habia sido rebautizado.

Aquel descubrimiento había generado que tanto él como Marinette entraran en una especie de limbo, porque si bien ambos querían estar juntos, casarse; el sueño de tener una familia propia se había truncado, porque no existía nada que confirmara que los seres creados por Duusu pudieran tener la capacidad de reproducirse.

Adrien sabía que asumir su situación había sido uno de los hechos más fuertes de su relación, aunque Marinette al parecer ya lo venía asumiendo desde que lo sospechaba, no quitaba el hecho de que confirmarlo fue realmente fuerte para ambos, sobre todo cuando se quedaban solos y en vez de hacer planes para el futuro, simplemente hablaban del trabajo de cada uno.

Entonces, fue cuando las ganas de vivir con ella aumentaron también. Los trabajos los tenían ocupados y cuando estaban libres, hablaban de trabajo. Si vivían juntos, aquello no iba a ser necesario, tendrían más temas para conversar y estaba seguro que si adoptaba un hámster finalmente, cosa que no podía hacer en el mini departamento que le arrendaba a la señora Solange, iban a sentir que eran más una familia.

Fue a las semanas de estar viviendo juntos, que revivió esa especie de maldición, porque mientras Adrien hacía planes para conseguir el pequeño roedor que tanto esperaban tener, Marinette empezó a actuar rara y terminó resultando en que ambos iban a ser padres.

Y aunque la obstetra les dijo que existían métodos para saber si se podía ser padres o no, sin jugar a adivinar, la verdad es que él lo sabía, pero siempre había tenido miedo de confirmar ese temor, aunque ahora, sabía que esos resultados saldrían favorables.

Con los preparativos de la llegada de Emma y los estudio de ambos, la idea del hámster se pospuso otra vez.

Hasta después de que se casaron. Marinette ya había terminado sus estudios, aunque seguía trabajando con Audrey como encargada del área de diseños de su revista principal, diseñaba en casa, la mayor parte del tiempo.

Emma tenía tres añitos, así que Adrien decidió nuevamente que era tiempo de tener ese bendito hámster. Pero, no diría nada. Iría después de su jornada escolar de los sábados a una tienda y las sorprendería a ambas con el roedor.

Pero, quizás, solo quizás, sintió, por un momento, que algo iba a pasar, nuevamente.

Fue ese viernes en la tarde, cuando llegó de una reunión con sus compañeros de universidad, con los cuales debía presentar un tema al siguiente día que encontró la casa en silencio.

Se sintió confundido, así que revisó cada cuarto del departamento y no, no había nadie, estaba completamente solo. No entendió bien porque tuvo la necesidad de abrir los placares de Marinette y de Emma para revisar que todo estuviera ahí, quizás la sensación de que pudiera ser abandonado le estrujaba su corazón.

En eso, sonó su teléfono celular, aspiró profundamente cuando vio que era Marinette. Le decía que se había atrasado en su trabajo, que acababa de recoger a Emma de la casa de sus padres y que pronto estarían ahí.

Suspiró nuevamente.

Se sentó frente a su computadora a revisar tiendas de mascotas donde pudiera conseguir hámster y cuando visualizó todo, se levantó a preparar algo para la cena, estaba seguro que ambas llegarían con un postre.

—¡Llegamos! —se escuchó de pronto y en cuestión de segundos, Adrien sintió que algo se estrellaba contra su pierna en busca de un abrazo.

—¡Papi!

—Pero, si es mi princesa —se secó las manos con una toalla de papel y tomó a la niña en brazos— ¿Cómo estuvo la guardería hoy?

—¡Divertida! —exclamó, elevando sus brazos al aire.

—Hola Adrien —saludó Marinette, con un beso a su marido—. ¿Puedes ir a cambiar a Emma? —le pidió— Yo termino aquí.

—Dale —acomodó a su hija en sus brazos y la miró— ¿Qué pijama quieres ponerte hoy?

—¡hámster! —Adrien sonrió ante aquella palabra.

Quizás su corazonada estaba infundada y hasta la elección de Emma era la indicadora de que esta vez sí podrían adoptar al roedor.

Marinette se quedó revolviendo las verduras que Adrien tenía salteando cuando de repente, lo escuchó gritar y la sonrisa se le ladeó de forma majestuosa, apagó la cocina y se acercó a la habitación de Emma, donde Adrien estaba agachado con la niña en brazos y los ojos llenos de lágrimas. Marinette volvió a sonreír.

—¿De verdad? —dijo, señalando la polera de Emma.

—Ella lo está diciendo —respondió, indicando a su hija. La pequeña observaba a sus padres sin entender mucho.

—Emma es hermana mayor —repitió, extendiendo sus bracitos hacia su padre. Adrien la abrazó y se puso de pie para ir hacia Marinette y abrazarla a ella también. Emma se rió y abrazó a sus dos padres— Abrazo familiar.

—Sí, abrazo familiar —respondió Marinette abrazándolo a los dos también.

Adrien cerró los ojos, apoyando su cabeza contra la de Marinette.

Bien, suponía que la tenencia responsable sobre el hámster, tendría que esperar otra vez.

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¿No tienen la idea de que nunca van a tener un hámster en realidad? xD

Encima Thomas la última vez, en una entrevista dijo "Si es que tienen uno" ya al final me quedé con la sensación de que es un chiste interno y no algo que tendrán xD Por eso, aquí, cada que Adrien quieren conseguir el hámster, termina enterándose que será papá.

Y sí, un hámster no ocupan mucho tiempo y todo ese rollo, pero quise usarlo como que en vez de interrumpir el nombre, cada que quiere conseguirlo, paff... se entera que va a ser papá xD

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¡Ya mañana terminamos!

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Aquatic~

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29 de Abril

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