06: Cocinando Juntos

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Adrinette April

El Real Yo

Cocinar Juntos

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Marinette observó todos los ingredientes sobre la mesa y luego a Adrien que tenía un brillo encantador en sus ojos verdes. No podía evitar sentirse emocionada con solo verlo.

Y no era para menos, Rolland había aceptado que Marinette le presente al chico con el que estaba saliendo, siempre y cuando éste supiera preparar un buen pan. Y obviamente, cuando el muchacho supo de aquella condición, inmediatamente aceptó el desafió. Tom se había ofrecido a enseñarle, pero Marinette quería hacerlo. Quería que él se ganara la aprobación de su abuelo con su ayuda, así como ella había hecho.

—Bien —dijo, haciendo una corona de harina en la mesa, que Adrien imitó—. Coloca una cucharadita de sal en los bordes, porque no puede tocar la levadura, sino el pan quedará como tortilla y no ganará miga.

—Ok —con cuidado colocó la sal en el borde del pan.

—Bien, ahora viene la ciencia —le indicó, mostrándole la levadura, a la que le echó agua tibia, una cucharada de harina y una cucharada de azucar, antes de batirla. Adrien la imitó en todos los pasos y dejó el pocillo cubierto, tal cual Marinette—. Esto tomará un par de minutos.

Mientras esperaban, Marinette empezó a guardar las cosas que ya no usarían. Adrien solo la miraba moverse en aquella pequeña cocina con una sonrisa en sus labios. Pasado un par de minutos, Marinette volvió con sus manos limpias en alto, como si fuera una cirujana.

—Bien, es hora de trabajar.

Marinette botó el fermento dentro de la rosca de harina, y poco a poco, fue incorporándola a la harina, sin dejar de amasar con las palmas de sus manos. Le fue agregando agua tibia de a chorritos mientras terminaba de unir todo al ritmo de una melodía alegre.

—Eso... —la interrumpió.

—¿Qué cosa?

—Eso que cantas mientras amasas...

—Ah —exclamó algo apenada porque no se había dado cuenta que la tarareaba—. Es una canción que mi padre usa cada vez que amasa pan. ¿Te la primera akumatización que tuvo? —Adrien afirmó—. Era la primera vez que lo conocía, me reconoció por esa canción, al parecer él se la había enseñado a mi papá.

—Se pasa de generación en generación —dijo, emocionado de aquella anécdota—. Sería bonito si algún día podemos enseñársela a una nueva generación, ¿no crees?

—Primero, tienes que aprenderla tú —le aconsejó, recordándole el motivo principal del porque estaban haciendo eso.

—Tienes razón, enséñame Maestra Marinette —dijo, moviendo su cabeza con galantería, puesto que sus manos estaban llenas de masa.

—Escucha bien —indicó, mientras acomodaba sus manos en la masa—. Pequeños panes amasados con amor son mucho mejores cuando están recién sacados del horno.

—¿Estamos haciendo panes con amor? —preguntó con una sonrisa.

—Así es —respondió Marinette observando la masa que tenía entre sus manos—. El ingrediente secreto de los Dupain-Cheng es hacer todo con amor.

—¿Y por eso eres tan dulce, ¿no?

—¡¡Adrien!! —dijo sumamente abochornada. Pero él solo sonrió y ambos siguieron amasando. Iban a ganarse esa aprobación. 

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