20. Estrella Fugaz

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Adrinette April

El Real Yo

Estrella Fugaz

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Asumir que iban a ser padres, era un estado que Adrien aun no superaba. Es que desde el momento que supo que era un sentimonstruo, que había sido creado por Emilie usando el poder de Duusu, pensó que ese sueño de tener una familia propia, unidos por el lazo que genera la sangre, se había deshecho y aunque estaba seguro que podría llegar a querer a un niño con todo su corazón, en el caso de adoptarlo, esa ilusión siempre prevalece.

Así que era imposible que se calmara al saber que efectivamente, iba a ser padre, que cuando lo crearon le dieron definitivamente las características de cualquier ser humano, común y corriente. Su Han prefería usar el termino Senti-humano para referirse a él y lo agradecía bastante, porque le ayudo a hacer más liviano el peso.

Aunque su ilusión se vio un poco empañada al ver que Marinette no estaba nada feliz con aquel embarazo, aunque no quería demostrarlo, se veía melancólica, hasta triste por ocasiones mientras veía los materiales que había comprado para cuando iniciaran las clases del instituto.

—¿Todo está bien? —le preguntó una noche, en que la encontró sentada en el balcón observando el cielo nocturno de París.

—Solo pienso...

—¿En el bebé? —cuando Marinette afirmó, Adrien se sentó en la silla frente a ella—. ¿No te sientes preparada?

—Sinceramente, no mucho —confesó, colocando su mano sobre vientre—. Hay tantas cosas que queríamos hacer Adrien, ¿Crees que podremos con un bebé? Mis padres me dijeron que ellos podrían cuidarlo, que no cortáramos nuestros estudios, pero...

—No te sientes cómoda con la idea.

—No —confirmó—. Porque es nuestra responsabilidad, no la de mis papás. Y sé que estaría bien con ellos o que no le faltará nada sin no completamos nuestros estudios porque contamos con el dinero que tú tienes, que no es poco, prácticamente podríamos vivir sin preocuparnos. Pero, ¿Y si nos sentimos frustrados después? No quiero que él o ella cargue con eso.

Adrien la observó, ella solía ser bastante catastrófica por ocasiones, y ésta no era la excepción.

—Pero no tenemos que sentirnos frustrados, Marinette —afirmó—. Yo me haré cargo. Me encargaré de cuidarlo mientras tú estudias, así estarás tranquila sin pensar que tus padres descuidan su negocio por tu culpa.

—¿Y tú?

—Puedo estudiar desde la casa —le informó—. Hay modalidad online, con intensiva los días sábados de forma presencial, para dar exámenes y trabajos.

—¿De verdad?

—Sí, Marinette —dijo, con una sonrisa, se levantó del asiento y la tomó de la mano para que se levantara, y así poder abrazarla—. ¿Recuerdas? Siempre encontramos solución a todo, y estoy tan contento con la noticia... me gustaría que también estuvieras feliz.

—Lo estoy, me hace mucha ilusión tener un hijo contigo —respondió contra el hombro de Adrien—. Solo es que no puedo dejar de pensar en todo lo que vendrá. Lo siento, soy un desastre y mis hormonas no me ayudan...

Adrien sonrió y colocó su mano en la nuca de Marinette, y movió el pulgar a modo de caricia.

—Todo estará bien, podremos con esto, disfrutaremos de todos nuestros hijos y seremos felices.

En cuanto dijo esas palabras, observó una estrella fugaz en el cielo. Cerró los ojos y envolvió a Marinette en sus brazos, él protegería esa familia que milagrosamente había conseguido por sobre todo. 

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