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Aunque en ningún momento aseguró que vendría, estuve esperando que Ohm aparezca desde que llegué al parque.

Hay pocas cosas que hacer en un lugar tan pequeño como este, y sacar libros de la biblioteca, muchas veces repetidos, es una de las actividades más entretenidas que tengo desde que soy un niño.

Levanto la cabeza porque no puedo concentrarme en la lectura por lo ansioso que me siento, y lo veo dando pasos lentos por el camino de piedras que hay.

Ohm me sonríe cuando nuestras miradas se cruzan y siento que mis mejillas enrojecen al instante.

Aún me siento apenado por lo que pasó con mamá, pero me da gusto que esté acá.

Quiero decirle algo cuando se sienta a mi lado, debajo del árbol donde estoy, pero las palabras no llegan a mi boca.

—¿Te molesto? —pregunta haciendo un puchero y niego casi al instante.

—No, lo siento, c-creí que no vendrías.

—¿Por qué no?

—Mi mamá, es algo… ella es… es una persona especial.

—Me asusta —responde luego de suspirar— pero me agradas lo suficiente como para correr el riesgo.

Sonrío más relajado, agradecido porque haya entendido, y él agarra el libro de mis manos, para hojearlo.

—Quería intervenir, porque creo que ella está equivocada, pero no me gustaría empeorar la situación para ti, así que me mantuve en silencio.

—Fue lo mejor, ella no tiene intenciones de cambiar lo que piensa, y no lo va a entender.

Ohm asiente cerrando el libro y me lo devuelve.

—¿Los cuentos de Canterbury?

—Es la cuarta vez que lo leo, no hay mucho para escoger —le cuento señalando la biblioteca— no recuerdo cuando fue la última vez que pusieron libros nuevos.

—Yo creo que va a gustarme vivir acá, a pesar de todo, es… bonito —finaliza mirándome a mí.

—No sé si puedas acostumbrarte, ¿vienes de la ciudad?

—Sí —dice endureciendo un poco el tono de su voz— de hecho, debería estar en casa, ayudando con las cajas de mudanza que no hemos abierto aún, pero quería pasar por acá al menos un momento.

—Regresa a casa, puedes venir mañana, siempre estoy en este lugar y mamá no me molesta, porque cree que ser homosexual es como ser un vampiro, así que mientras haya luz en el día y personas cerca, satanás no puede conmigo.

Ohm ríe, pero creo que entiende que lo que digo es realmente lo que ella piensa.

—También soy gay —dice bajando la voz, luego de mirar a nuestro alrededor— no tienes que avergonzarte conmigo por lo que sucedió, porque te entiendo, yo dejé la ciudad porque mamá no estuvo de acuerdo con el comportamiento de papá cuando descubrieron que me gustan los hombres; ellos se divorciaron por eso, y aunque ella es amable y me trata bien, siempre está llorando y la escucho rezar por las noches, pidiéndole a Dios que me ilumine y vuelva a ser “normal”.

—Eso es horrible.

—Sí, pero está bien, yo ya aprendí que no es maldad, solo es ignorancia, sé que mamá me ama, y aunque va a protegerme de los demás, nunca podrá entender que no hay nada malo en mí.

Lo que dice es algo que me gustaría pensar, pero yo no creo que mamá me quiera.

Agarro la mano de Ohm cuando se levanta, aunque sé que tiene que irse.

—¿Quieres que hablemos mañana?

—Sí —responde sonriéndome— ¿estoy en lo correcto si pienso que no puedo llamarte?

—El teléfono de la casa está en la habitación de mamá, y no me permite usarlo.

—Entonces voy a traerte un libro mío mañana, y más información de mi vida que no necesitas.

—Suena muy bien.

—Adiós, Nanon.

—Adiós —susurro levantando una mano para despedirme.

Suspiro sonriendo un poco y busco el marcador del libro para seguir leyendo.

Al abrirlo, veo un papel pequeño ahí con una nota en el medio.

Estuve toda la noche esperando a que sea de día para venir a verte.”

Me río nervioso, cerrando los ojos, y apoyándome en el árbol, con el corazón acelerado.

La gente va a pensar que soy raro, así que trato de ponerme serio, pero no puedo quitar la sonrisa tonta de mi cara.

Ohm me gusta.

Pecador | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora