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○●

Durante el camino de vuelta al departamento, he decidido estar en silencio.

Ha empezado a nevar, justo como Ohm dijo, y acepté solo porque no quiero que Marlín tenga frío.

Al llegar, él cierra la puerta y tira las llaves a un lado, justo donde siempre acostumbraba hacerlo.

—¿Está bien si te sirvo un té caliente?

—Sí, gracias —respondo, arrodillándome en la alfombra.

Acuesto mi rostro en el sillón para estar justo frente a Marlín, y suspiro al verlo con los ojos cerrados.

Luce muy agotado y ni siquiera ha caminado mucho.

Parece que solo quisiera dormir.

—Antes cerraba los ojos yo primero, o nunca lo hacías —digo acariciando su cabecita— te costaba quedarte quieto.

Marlín mueve la cola lentamente y suspiro poniéndome de pie, para dejar que descanse un momento.

Agarro la llave que aún mantengo en mi bolsillo y camino a mi escritorio.

No he podido entrar a revisar algunas cosas cuando llegué, así que es momento de hacerlo.

La luz es escasa ahí, pero el día es suficiente para buscar en los cajones y sacar la pelota de Marlín.

Justo donde la había dejado.

Observo todas las paredes y mis labios tiemblan un poco, al notar los dibujos que hacía Matt pegados en todos lados.

Están junto a las fotos que tomé la única vez que fuimos a la playa.

Estuvo meses hablando al respecto, y habíamos planeado volver, como una sorpresa para su cumpleaños.

Matt amaba mucho el mar.

En realidad, Matt simplemente amaba vivir, y se encargaba de demostrarlo.

—Non —escucho en la puerta y volteo hacia él, aun tratando de luchar con el nudo que tengo en mi garganta.

Pero pierdo cuando siento algunas lágrimas deslizándose por mi cara.

—Oye —susurra dejando la taza en la mesa— no deberías estar acá, no te hace bien.

Le muestro la pelota de Marlín, para que sepa que es lo que quería, pero mi mano no está estable, y finalmente sale un sollozo fuerte de mi boca.

Siento justo después, la explosión de un llanto descontrolado que llevaba aguantando mucho tiempo.

Nunca me di el tiempo de realmente expresar cuánto me dolió perder a Matt.

Mi estabilidad mejora un poco cuando siento las manos de Ohm abrazándome.

Él no pudo hacerlo después de lo que pasó, porque me fui evitando tener una conversación al respecto.

No me sentía capaz de decirle de frente lo que ocurrió, porque no era capaz de soportar la magnitud de todo.

—Lo siento —susurro contra su pecho, con dificultad porque mis lágrimas me hacen sentir ahogado— y-yo no pude ayudarlo e-ese día.

Ohm me separa de su cuerpo y sostiene mi rostro con sus manos, mirándome como siempre que entiende algo que intento decir.

—No es tu culpa, Non.

—Lo e-es —digo mirando sus ojos— lo mataron porque soy gay y por mi estúpida idea de querer hablarle a la gente de esto.

Él va responder, pero ambos volteamos hacia la puerta al oír un ruido fuerte.

Salgo rápido con el corazón agitado porque siento venir lo que pasa y veo que Marlín está en el suelo.

Ha caído, porque ya no puede sostenerse.

Camino hasta su lado, con esa sensación horrible que ya he tenido antes.

Miro sus ojitos que aún intentan mirarme, mientras su cola parece querer continuar moviéndose.

—Te amo —susurro pegando nuestras frentes porque no creo que pueda volver a decírselo otra vez— gracias, por hacerme tan feliz.

Cuando sus ojos se cierran, lloro manteniéndome ahí, sin poder alejarme de su cuerpo.

Es horrible tener esa seguridad, de que ya no me queda nada más.

Pecador | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora