•Final•

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Nanon, 70 años.

Ya ha oscurecido, y la nieve está cayendo más fuerte que en la tarde, pero aún no quiero irme de acá.

El entierro terminó hace horas, pero yo me niego a levantarme.

Sé que es parte de la vida, sin embargo, no puedo quitarme ese dolor agonizante en el pecho, ahora que Ohm no está y que nunca más estará.

Probablemente me falta poco también, pero eso no me asusta.

De todos modos, supongo que voy a verlo al otro lado.

Eso espero.

Miro al cielo luego de soltar un suspiro, y sonrío ligeramente con una pequeña lágrima escapando de mis ojos.

Eso significa que van a venir más.

—Quiero pedirte, otro favor —susurro con un nudo en la garganta.

Hablar con Dios siempre ha sido complicado para mí.

Entenderlo lo es aún más, pero sentir que está ahí, me resulta sencillo.

—Señor —escucho que dice Rod, uno de los voluntarios del albergue que formé con Ohm— está nevando, vuelva al auto, por favor.

—No quiero —respondo suavemente.

—Al menos deje que le consiga una chaqueta, ¿no pensó en abrigarse?

Suspiro regresando la mirada a la lápida con el nombre de Ohm ahí.

Recuerdo cuando "toda la vida" sonaba a un camino largo, pero 52 años después, amándolo de la misma manera, quisiera haber tenido más tiempo.

—Olvidé que ya no tengo a alguien que lo haga por mí.

Pasan por mi mente los momentos de mi vida en los que estaba frente a él, así que acomodo mi bufanda y sonrío.

He sido muy feliz.

Pecador | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora