2.- Sacrificio

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Junhoe se encontraba perdido en medio de una gran nada, como si estuviera flotando en el espacio exterior, vacío de estrellas o de cualquier luz imaginable

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Junhoe se encontraba perdido en medio de una gran nada, como si estuviera flotando en el espacio exterior, vacío de estrellas o de cualquier luz imaginable.

No tenía idea de cuánto tiempo llevaba allí, lo último que podía recordar era aquel joven sonriente que se había aparecido a su lado justo cuando había reunido el valor para tomar aquella última decisión, y aunque al final lo había pensado mejor ya era tarde y estaba esperando a que la muerte terminara de llegar.

Pero entonces había aparecido aquel joven de curiosos ojos violeta que, sin palabras, le había dicho que le daría una segunda oportunidad si es que en verdad quería vivir.

Quizá no había funcionado y ahora estaba muerto, realmente muerto, y eso era una horrible posibilidad pues no podía dejar de pensar, no podía dejar de sentir y la culpa seguía carcomiendo su alma.

Tampoco podía moverse de lugar, por mucho que moviera los brazos y las piernas, aunque no hubiera lugar al cual ir de todas formas, no podía escuchar otra cosa que no fueran su propia voz cuando había intentado llamar a alguien.

"La vida es un regalo, pequeño June, debes aprender a apreciarlo" le había dicho su hermano hacía mucho tiempo, cuando él aún era un niño y Donghyuk lo llevaba de la mano a la escuela. Ambos eran unos niños en realidad, pero se había tomado muy en serio su papel como hermano mayor y aprendía esas frases en la escuela para repetirlas.

Aún en medio de aquella oscura soledad, a Junhoe incluso le pareció que podía sentir la tibia mano de su hermano rodeando la suya como en aquellos tiempos, jalándolo para que siguiera una dirección específica.

Junhoe se dejó llevar, a fin de cuentas siempre había confiado en Donghyuk.

Abrió los ojos casi sin darse cuenta, parecía que estaba en la misma oscuridad que antes, pero entonces era suave y cómoda, además de que se sentía acostado sobre aquella suavidad y no flotando por ahí.

Cuando alzo los brazos se encontró con algo de resistencia, al hacer fuerza aquello que lo detenía se abrió, logrando que la luz lo cegara por algunos momentos. La tapa del arcón cayó a un lado mientras recuperaba la vista.

Había estado acostado en una especie de caja larga que lo hizo pensar en un ataúd, más aún al recordar al chico que había lamido su sangre y mordido su cuello. Fue ese mismo chico a quien vio, junto a otro un poco más bajo.

Ambos compartían el cabello negro y aquellos extraños ojos color violeta brillante.

—Hola, ¿cómo te sientes? —le preguntó el más bajo, acercándose a su lado.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué es todo esto? —preguntó Junhoe asustado.

—Tranquilo, está bien. Yo soy BI, y él es Bobby...

—Soy tu creador, hola —interrumpió el de cabello alborotado.

—¿Mi, creador? ¿Qué significa eso?

—¿No lo recuerdas? Ibas a morir, así que te transformé en uno de nosotros —exclamó con una sonrisa satisfecha.

—Bobby basta, sólo lo estás confundiendo más... —le regañó el primero que se había acercado y que para entonces tenía una mano conciliadora sobre su brazo.

—¿Qué es eso de que me transformaste? ¡Me hiciste un vampiro igual que tú! ¡Que ustedes! ¿Qué se supone que son?

Había intentado levantarse pero las manos de BI se afianzaron con más fuerza en sus hombros, cosa que aunque limitaba sus movimientos también lo tranquilizó, por alguna razón que no pudo entender.

—Oye tranquilo, ni siquiera podemos responder a tantas cosas a la vez. Te diremos todo lo que necesitas saber ¿de acuerdo? Solo confía en nosotros.

June cerró los ojos y respiró profundo, pues parecía que, de todas formas, no había ninguna otra cosa que pudiera hacer.

—Y no digas a otras criaturas que somos vampiros, si no quieres que te vean feo —escuchó decir al otro, Bobby, aún sin abrir los ojos.

Para cuando volvió a abrir los ojos, gran parte del terror que había sentido al despertar se desvaneció con la misma rapidez con la que había llegado.

—No te preocupes, cuando una criatura recién despierta es normal que sus emociones estén tan descontroladas como sus sensaciones. Poco a poco te irás dando cuenta de tu nueva naturaleza y tus emociones se asentarán.

—De, de acuerdo —aceptó con un ligero titubeo, fue entonces que BI lo soltó y por fin pudo levantarse.

Así fueron transcurriendo los meses, Hanbin le fue enseñando todo lo que necesitaba saber, todas las reglas que debía seguir que, según fue descubriendo, eran bastantes. Bobby se mantenía siempre a su lado más como un hermano revoltoso que como su creador, por lo que era usual que ambos terminaran siendo regañados por él.

Hanbin era bastante estricto, le enseñó a respetar las antiguas normas y a alimentarse con cuidado, satisfaciendo a su presa sin llegar a matarla para que la sangre fuera más deliciosa y nutritiva, además de así no levantar sospechas.

Las primeras noches fueron algo difíciles, para June era difícil controlar su fuerza y su hambre en medio de ese frenesí inicial, sin embargo Hanbin era igual de paciente que de estricto y lo acompañó durante todo el proceso, mitigando sus miedos y sus culpas hasta que estas se fueron haciendo más tolerables al igual que el resto de emociones.

Bueno, al menos casi todas las culpas, solo las referentes a su nueva naturaleza; aquella antigua culpa que lo había llevado a tomar la decisión que inició toda aquella travesía jamás podría ser mitigada, fue esa misma la que lo llevó a escaparse de sus benefactores solo un par de meses después de su conversión, con su nueva fuerza podría cumplir su venganza contra aquellos que le habían arrebatado a su hermano.

Sacrificio feérico (JunHwan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora