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𝑻/𝒏 (𝒕𝒖 𝒏𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆)❅

-Me preguntó por ti... - Dije. - Y después se tuvo que ir.

-Uhm...

-Es la verdad.

-Claro...

-¡Oye, es cierto! - Me defendí.

-¿Y quién dijo lo contrario? - Preguntó enarcando la ceja.

-Tú...

-Yo no he dicho nada, pequeña, así que no digas cosas que no he dicho.

Me dí la vuelta en el colchón y me puse de lado.

-No tengo ganas de discutir. - Advertí. - Así que voy a seguir durmiendo.

Aidan tuvo que morderse el labio para no reírse a carcajada limpia, ella no estaba enfadada, ¿No se daba cuenta de que mentía fatal?. Su expresión corporal lo decía todo.
Estaba indignada, incómoda.

En parte ella se sentía bien, pero algo extraña. Y no sabía cómo afrontar todo aquello. Cosa que Aidan no entendía en absoluto.
Habían pasado una noche...muy placentera, el "Muy" debería de ponerse en mayúsculas.
Aquella mujer era increíble, y él había disfrutado como un niño.

Mentira...como un niño no, como un bien adulto. El sexo había sido increíble...más que eso.

Pasó el dedo por mi espalda, siguiendo la señal de la columna vertebral.

-Bueno... - Murmuró mientras su dedo descendía. - Si quieres dormir, me iré yo a comerme el almuerzo que estoy preparando. - Sentí una inmensa hambre dentro de mí. Se dedo continuó descendiendo hasta llegar a la parte más baja de mi espalda, y después de detenerse unos segundos, volvió a comenzar el camino, esta vez hacia arriba. Una vez que llegó a mi cuello, se inclinó sobre mí y me besó el hombro, acercó su boca a mi cuello y subió hasta alcanzar mi oreja. -Duerme bien, nena. - Susurró. Y levantándose, me dejó sola desapareciendo por la puerta.

Oí la puerta cerrarse y me giré hacia ella; estaba sola en la habitación.

¡Me había dejado sola!

Bueno, ¿Y yo qué le había dicho? Que quería seguir durmiendo ¿No?

Entonces, ¿De qué me quejaba?

Aún podía sentir la caricia de su dedo recorriendo mi columna vertebral.

Mi cuerpo se estremecía ante el sólo pensamiento de Aidan tocándome, por muy breve que fuera ese contacto.

Aquel hombre me hacía temblar.

Cerré los ojos e intenté dormir, de pronto, tenía calor.

Pero muy a pesar de ello, me sentía incómoda, y comencé a girar sobre mi enorme cama. Tan grande que me sentía sola.

Cerré los ojos de nuevo y apreté los puños aferrándome a la almohada, cuando la imagen sonriente de Aidan apareció ante mí.

-Te odio... - Refunfuñé.

Volví a moverme sobre el colchón intentando conciliar el sueño. Algo que parecía imposible en este momento.

Harta de todo; harta de Aidan, harta de sí misma, retiró las sábanas y se incorporó en la cama.
El estómago le crujió y tuvo que reconocer que tenía demasiada hambre como para dormir sin más.
Y es que era normal, después de todo el ejercicio practicado durante la noche, provocó que estuviera tan hambrienta.

Al levantarse, algunos músculos internos se quejaron, y ella sonrió ante el recuerdo de la noche pasada.

Se metió en la ducha, y al salir, se vistió con un simple short y una blusa corta. Aún descalza y con el pelo húmedo cepillado, salió a la cocina para preparar algo.
Se detuvo de pronto al ver a Aidan en la mesa, puesta para dos.

El estómago me volvió a gruñir ante el olor de la lasaña que inundó mi nariz.

-Siéntate. - Dijo él, con una enorme sonrisa en los labios. - Te estaba esperando.

𝐔𝐧𝐚 𝐃𝐮𝐜𝐡𝐚 𝐃𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ](𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖.) [✔︎] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora