𝐔𝐧𝐚 𝐃𝐮𝐜𝐡𝐚 𝐃𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞 [ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ](𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖.) [✔︎]

ＦＩＮＡＬ

𝑻/𝒏 (𝒕𝒖 𝒏𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆)❅

-Tú dirás... - Aidan me observaba desde unos metros y me sentí temblar.

Me temblaba el labio inferior y tenía cuidado de tenerlo sujeto para que él no se diera cuenta.

Estaba nerviosa.

Me sentía triste.

No quería perderlo.

Sentí como si una música triste acompañara mis sentimientos y quise desahogarme llorando, tirándome a la cama, como cuando Cristhian me dejó.

Dejar que las amargas lágrimas descendieran por mis mejillas hasta que se agotaran, hasta que el dolor desapareciera.

Pero en ese entonces me levanté, y decidí no llorar por un hombre que no me merecía.

Jamás volvería a llorar por un hombre, me prometí.

Pero ese "jamás", dejó de existir cuando supe que podría perder a Aidan para siempre.

-¿Podemos ir a otro lugar? - Pregunté en un tono bajo.

-Prefiero que hablemos aquí... - Contestó Aidan.

Vio como ella palideció ante la sequedad de sus palabras.

Pero no iba a retractarse, la amaba con todo su ser, era en vano negarlo, aquella mujer había hecho que se enamorase de ella, como jamás lo había hecho de ninguna otra.

Pero también le había dicho que no quería nada con él, y él, no era tan tonto como para quedarse solo en un cuarto grande donde había una cama, junto a la persona, que amaba y deseaba con todo su ser.

-Verás, Aidan... - Las palabras fueron un susurro suave, apagado y triste.

Aidan quiso ir a abrazarla, decirle que todo estaba bien, que serían amigos, que nada había cambiado...pero todo había cambiado, no eran amigos, y nada estaba bien.

No podía acercarse a ella para abrazarla porque entonces tendría que besarla y hacerle el amor, ya que un simple beso no bastaría para apagar el ardor que lo consumía.

-¿Qué pasa, t/n? Podemos hablar otro día si lo prefieres, realmente tengo un poco de prisa.

-¡No! - Exclamé. - No. - Repetí moderando mi voz. - Por favor, dame sólo quince minutos.

-Está bien.

-Aidan. - Dije su nombre en un suspiro. - Sé que he sido un poco...reservada.

¿Reservada? ¿Qué decirle? Había sido reservada, sí, era cierto. También había mantenido sus sentimientos a raya. Y también había sido la mujer más ardiente, cariñosa y tierna que había arropado entre sus brazos. Y no entendía ese distanciamiento repentino.

-T/n. - Me animó a hablar, cuando vio que no continué.

-Hace...uhm... - Tomé aire, y me dejé caer en el sofá. Sé que lo estaba desesperando, pero no sabía por dónde empezar, ambos lucíamos tristes... - Hace ocho años me dejaron plantada en el altar cuando iba a casarme con mi novio del instituto. - Solté de pronto.

-¿Qué? - Su pregunta fue instantánea.

T/n lo miró a los ojos, los de ella estaban brillantes, las lágrimas no derramadas brillaban en sus preciosos ojos.

-Será mejor que te cuente todo. Más o menos como fue, ¿Vale? - Él asintió. - Mis padres se divorciaron cuando yo tenía diez años. Según recuerdo, siempre se peleaban, jamás se habían dicho una palabra bonita, casi siempre fueron gritos y peleas. Y mientras yo veía a mis padres prácticamente, halarse los cabellos, opté por creer que el amor era peligroso.