T R E C E

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Bárbara'

Es bueno estar de vuelta. Estaciono el auto frente al edificio y veo a Eduardo parado con las manos en el bolsillo de sus jeans celestes.

Era el tipo de hombre que Gaby amaba: alto, moreno y con esa mirada torpe.
Es extraño que una mujer tan independiente y decidida esté enamorada de los famosos nerds del colegio.

—¡Deja que te ayude! —habla amablemente cuando salimos del auto, toma delicadamente el bolso de Manu de mi hombro.

—Gracias, Eduardo. —saco a mi hijo dormido de su sillita y Eduardo saca las bolsos del maletero.

—¿Como fue el viaje?

—Fue piola, viaje tranqui.

—¡Que bueno! Todo el mundo está allá para darles la bienvenida. —sonrió mientras presionaba el botón del elevador, pero su sonrisa se desvaneció cuando junté mis cejas.

Eduardo se toca la frente y cierra los ojos mientras sacude la cabeza negativamente.

—¡La puta madre! No le digas a Gaby que te lo dije. —suplicó y yo me reí de acuerdo.

Todos. Todos involucraban a Mateo y Gaby solo ellos eran las únicas personas con las que tenía suficiente confianza para estar esperándome en el departamento.

Mateo, voy a verlo, la sensación en mi estómago siempre es buena y la ansiedad por su toque siempre es buena.

Tengo ganas de acurrucarme en él cada vez que recibo su fuerte y cálido abrazo. Mi corazón ya está acelerado y apenas puedo contener mi sonrisa.

Eduardo me da el paso mientras sujeta la puerta del ascensor y paso agradeciéndole.

—¡Ella llegó! —avisa cuando abre la puerta.

Coloco a Manuel en mi regazo cuando entramos y ya está empezando a despertar haciendo un lindo puchero.

La casa de Gaby ya está decorada con el árbol de navidad, me encanta este ambiente.

—¡Ay, el bebé de la tía! —Gaby ni siquiera saluda y acaricia la cabeza de Manu recostada en mi hombro, baja la cabeza a la altura de su rostro.—¿Te despertó tu mamá? Esa bruja.

Ella me mira y me ve sonriendo y se endereza para mirarme.

—¿Viste tu celular?

—No, yo estaba conduciendo.

Mateo aparece con una latita de cerveza en la mano y me intriga por qué está escabiamdo a las cuatro de la tarde.

La cara contraída de Gaby me asusta.

No necesito preguntarle a mi amiga qué pasa, sus delgados brazos entrelazando el vientre de Mateo y su rostro apareciendo detrás de él me hace entender todo: su mujer está acá.

Él sonríe sin mostrar los dientes, incómodo y le acaricia los brazos.

Por primera vez, Mateo evita mis ojos y yo sinceramente quiero evitar los suyos.

Nicole me da una sonrisa comprensiva y me siento culpable por odiarla sin siquiera conocerla.

—¿Podemos comer ahora? Me muero de hambre. —Eduardo regresa al comedor y le doy las gracias por eso.

—El muy lindo. —comenta Nicole mientras le indica la cabeza a Manuel. —Tenía muchas ganas de conocerte. Mateo siempre habla de vos. —trago saliva y él toma el trago de una sola vez, haciendo una mueca discretamente ante el fuerte sabor.

Trato de abrir mi mejor sonrisa y darle las gracias, traslado mi mirada a Gaby y ella lentamente toma a Manuel de mi regazo.

[...]

papá sustituto; trueno  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora