๑Capítulo 02.

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Lo más difícil de saber superar o al menos intentarlo, sin saberlo es como si hicieras otra cicatriz encima de la original, así era para Oliver... irse de su vida para ir a otra, salvar la suya dejándola, abandonar para obtener... cosas que jamás quiso y así de simple era, siempre lo había sido y sentirse tan inútil en estos momentos no le ayudaba en lo absoluto.

Kian era el ser más importante en su vida, el único ser que le importaba, ni siquiera él se importaba así mismo y Kian era quien le traía esa vitalidad que él no sentía y tal vez jamás había sentido en su vida. Tuvo un efímero sentimiento de vitalidad cuando estuvo con Lucius, pero eso fue antes, mucho antes de que supiera lo que ese sentimiento le hacía hacer.

Oliver le había rogado casi de rodillas al investigador que no dijera nada de su hijo, que no le dijera nada a Lucius, que por favor no lo hiciera y para su suerte y tal vez su única suerte en su vida. Kian quedo en el secreto junto con lo que hizo para que Lucius no se enterara.


Oliver sabia que su contrato estipulaba que debía comportarse como la pareja de Lucius, lo que implicaba también ser su omega y la madre de sus hijos como si fueran los suyos y no hacer ningún comentario en lo absoluto sobre el contrato o sobre aquello que esta estipulado en este que pueda dañar o lastimar emocionalmente a los involucrados.

Tuvo que dormir en la misma cama de Lucius en la habitación matrimonial de la mansión, para su suerte y el de su corazón que latía apresurado, durmieron con ellos también los hijos de Lucius; Nala y Koda.

-Buenos días, mamá -dijo la niña castaña, saltando a brincones de la cama, despertando al omega pelirrojo. -¡Mamá! ¡Vamos al colegio!

Oliver se despertó de inmediato cuando sintió el ajetreo en la cama y sonrió a penas al ver a la niña. Su mente había confundido esa dulce voz con la de Kian por un segundo, pero su mente llego a la claridad de inmediato cuando todo en la habitación llego a sus ojos, la luz, el contraste, los colores, los aromas... etc.

-Hola -se obligó a decir a penas. -Nala...

-¡Mami!

Esta vez fue el niño quien se apareció entre su vista; Koda. Su sonrisa lo hizo sonreír igual, esa sonrisa y esos ojos tenían el mismo brillo y color que los de Kian, incluso ese nombre... No quiso amortiguar su cabeza con esos pensamientos, no ahora. Tenía que esperar un poco más.

Kian estaba bien y eso estaba bien para él.

Abrazo al pequeño omega como reflejo, sin darse cuenta lo hizo y la pequeña alfa se acomodo también en él, a su lado y a pensar de que se sintió algo incomodo ante su toque, no se sintió capaz de apartarla.

-¡Ay!

Las grandes manos alrededor de su cintura lo alteraron y volteo de inmediato cuando supo que eran las manos de Lucius.

-Lucius...

-¡Papá! -gritaron los niños uní sonoramente y saltaron hacía el alfa.

Sus ojos se conectaron, los ojos grises de Lucius seguían iguales a como era antes, el color no había cambiado para nada, pero estaban sutilmente diferentes, casi lo mismo, sin ser lo mismo. Lucius había cambiado abismalmente de como lo recordaba ser.

El alfa beso las mejilla de sus hijos y acaricio sus pequeñas narices mientras los bajaba de la gran cama uno por uno, su sonrisa se veía tan feliz y natural que hizo picar algo en su pecho y por un momento pequeño, como esos momentos pequeños que había estado teniendo desde que abrió sus ojos, se imagino a Kian en los brazos de Lucius.

-Oliver -cuando despertó de su pequeña fantasía, los niños ya se habían ido y ahora era Lucius quien lo llamaba como si estuviera perdido y así era. En su mejilla estaba la palma de Lucius, acariciando la zona. -¿Te sientes mal? ¿Te duele algo? ¿Necesitas algo?

Hope - [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora