๑Capítulo 13.

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Todos los seres humanos tenemos una capa que nos protege del resto, a veces puede que sea gruesa y otras veces, puede que sea débil y tan quebrantable, que el daño colateral es imposible de soportar algunas veces.

Oliver tenía un daño colateral entero en su sistema que lo hacía sentir miserable, de hecho, siempre se había sentido así. No había mucho cambio desde la primera vez que vio a Lucius y su corazón latió acelerado por él. Supo que sería difícil, más aún cuando se sentía tan perfecto para ser real, y al final nunca lo fue. Lucius era un desastre más en su vida que no era nada estable y se acoplaba al montón de más desgracias que le sucedían desde que había nacido.

—Siempre ha sido así. Solo tengo que aceptar lo que me das como un estúpido que no sabe lo que pasa.

—Sí.

La mano de Lucius toco su mejilla y acaricio la zona, pero Oliver no pudo sentir nada esta vez. Los recuerdos de cuando lo amo intensamente, lo estaban mayando, lastimando. No podía esconder lo mucho que lo amaba, cuando lo extraño, pero ahora... No sabía que sentir, sentía estar muriendo lentamente, pero prefirió ser firme esta vez. ¿Qué cambió haría? ¿Qué si deja de amar a Lucius? ¿Qué si desde hace mucho que ya no lo amo?

—Estaremos bien.

Oliver no dijo nada, el nudo en su garganta se lo impidió. Un par de lagrimas volvieron a rodar por sus mejillas y Lucius las limpió con cuidado. Los ojos azules griseados del alfa no se apartaron de él y con esa mirada penetrante que lo absorbía como siempre, bajo lentamente hasta estar arrodillado por completo frente a él.

—Soy tuyo, Oliver.

Tomo las manos del pelirrojo entre las suyas y beso el dorso de su palma derecha, parecía un niño aclamando cariño, pero Oliver prefirió simplemente observarlo.

—Pensé que duraría para siempre, pero si no es así, haré todo lo posible a que pasé —susurró sobre la piel de sus manos.

°||°

Oliver acarició la cabeza de Kian con cuidado. Hoy los médicos de Holanda llegarían para instalarse en la mansión, había un lugar ya preparado para ellos y la habitación especial de Kian que estaba completamente equipada con lo necesario para su tratamiento y con lo necesario para ser tratado.

Miró el umbral de la puerta al sentir una mirada sobre ellos. Era Koda que los miraba casi oculto detrás de la puerta. Sus ojos azules, los veían con una mezcla de miedo e incertidumbre.

—Koda... —el pequeño omega se sobresaltó al escuchar su nombre. —Bebé... ¿Quieres entrar?

Koda asintió lentamente.

Oliver hizo una señal para que el pequeño omega entrara.

—¿Quién es? —preguntó Koda.

—Es... —Oliver pareció pensar unos segundos y dijo con calma —Es tu hermano.

—¿Mío?

—Y también de Nala. Solo que esta un poco enfermo y por eso casi nunca lo vemos, bebé. Pero desde ahora se quedará más tiempo en casa.

Lucius y Oliver habían llegado a la decisión que así sería más fácil sobrellevar las cosas con los niños, todos hermanos y unidos. Incluso ellos. Oliver no podía decir que no de todas formas, así que solo podía aceptar al trató que habían llegado, incluso si seguía lleno de mentiras que los lastimaban cada vez más.

Nala llego corriendo a la habitación, pero se detuvo cuando vio a Oliver.

La expresión de la pequeña alfa cambió por completo a una mezcla de enojo y miedo.

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