๑Capítulo 30.

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Oliver se encontraba en la cocina, devorando unas galletas mientras revisaba su teléfono. La emoción y los nervios danzaban en su estómago, y era el momento perfecto para planear algo especial. Era una sorpresa, un pequeño baby shower para revelar el género de su hijo a Lucius. Por primera vez, se sentía un poco como una madre enérgica, aunque con un toque de ansiedad.

El timbre sonó, y su corazón dio un brinco. Era el organizador de eventos. Se dirigió a la puerta, secándose las manos en un paño antes de abrirla. Al hacerlo, se encontró con un omega de aspecto elegante, pero no tan extravagante como había imaginado. Llevaba una chaqueta de terciopelo gris que le daba un aire sofisticado, y sus ojos castaños, grandes y curiosos, brillaban suavemente.

—Hola, soy Dante, tu organizador de eventos —dijo con una voz suave, casi tímida. Hizo una ligera reverencia, como si fuera una presentación formal.

—Hola, soy Oliver. Gracias por venir —respondió Oliver, sintiendo un ligero nerviosismo.

—Cuéntame sobre tu fiesta. ¿Qué tipo de evento es? —preguntó Dante, sonriendo, aunque su voz temblaba un poco, lo que hizo que Oliver se sintiera un poco más cómodo.

Oliver se sintió abrumado. Tenía la sensación de que no era un evento tan espectacular, pero no quería desanimar al omega.

—Es algo pequeño, solo será entre mi familia —dijo nervioso, jugando con el borde de su camiseta.

—¿Familia? —preguntó Dante, tomando notas con una pluma que parecía más decorativa que práctica.

—Solo... bueno, seré yo, mi esposo, nuestros tres pequeños... y quizás... —se detuvo, pensando en Samara, su hermana. Una punzada de tristeza le atravesó el pecho al recordarla. —Quizás Samara, pero está lejos y no estoy seguro de que pueda venir. —Se encogió de hombros, tratando de ignorar el sentimiento.

Dante levantó una ceja, claramente sorprendido.

—¿Solo cuatro personas? —repitió, un poco incrédulo. —Eso es... muy pequeño.

Oliver sintió que se sonrojaba, preguntándose si había cometido un error al no planear algo más grande.

—No quería que fuera tan grande. Solo quiero que sea especial para Lucius. Es una sorpresa, ya sabes.

Dante asintió, aunque aún parecía un poco confundido.

—¿Es un baby shower?

—Sí, exactamente. —Oliver se sintió un poco más aliviado al compartir ese detalle.

—Entiendo... —Dante sonrió tímidamente. —Eso suena... bonito.

La conversación fluyó un poco, pero Oliver notó que la expresión de Dante era un tanto seria. Era como si estuviera pensando en algo más.

—¿Te gustaría hacer algo especial para el evento? —preguntó Dante, buscando suavizar el ambiente. —Quizás decoraciones que hagan que la habitación se sienta mágica.

—No sé... —respondió Oliver, sintiéndose un poco inseguro. —No quiero que se ponga demasiado loco.

—Lo entiendo, pero a veces los pequeños momentos pueden ser más memorables con un toque de magia, ¿no crees? —insinuó Dante, sonrojándose un poco, pero luego animándose. —O quizás podría traer un par de globos... o una piñata.

Oliver soltó una risita nerviosa. La idea de una piñata en su casa le pareció absurda, pero la visión de Dante sonrojándose mientras hablaba de eso lo hizo sonreír.

—¿En serio? ¿Una piñata?

Dante se rió suavemente. —No, tal vez no. Pero, a veces, un poco de diversión no hace daño.

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