๑Capítulo 16.

5.1K 681 77
                                    

La mesa del comedor estaba adornada con un elegante mantel de lino y una hilera de velas que parpadeaban suavemente, proyectando sombras danzantes sobre los rostros de quienes estaban sentados a su alrededor. La cena se desarrollaba en un ambiente de aparente serenidad, pero la tensión en el aire era palpable, como una tormenta que acechaba en la distancia, invisible, pero inminente.

Lucius ocupaba la cabecera, su presencia dominante marcando el ritmo de la velada. Su postura era relajada, pero había una autoridad indiscutible en la forma en que sus ojos recorrían la habitación, como si cada detalle, cada susurro y movimiento, estuviera bajo su control. Sus ojos, siempre atentos, se posaban ocasionalmente en Oliver, quien estaba sentado a su derecha. La aparente calma en el rostro de Lucius contrastaba con la tormenta interna que Oliver intentaba desesperadamente mantener oculta.

Oliver, con la cabeza ligeramente inclinada, se concentraba en su plato, cortando la comida con movimientos precisos y automáticos. Sus ojos azules, los mismos que Kian había heredado, estaban nublados por la confusión y la angustia. La presencia de tantos sirvientes adicionales esa noche era un recordatorio silencioso del nuevo equilibrio de poder, uno que lo dejaba sintiéndose más atrapado que nunca.

Los niños comían tranquilamente, ajenos a la complejidad de las emociones que los rodeaban. Kian, el mayor, con sus pocos rizos rojos cayendo sobre la frente, se mostraba curioso, observando todo con la mirada inquisitiva que siempre lo caracterizaba. A su lado, Nala, la pequeña alfa, devoraba su comida con un entusiasmo que desmentía cualquier preocupación, mientras Koda, el más pequeño, seguía el ejemplo de su hermana, su carita reflejando una inocencia pura que Oliver temía que pronto se viera afectada por la realidad que los envolvía.

El cuchillo y el tenedor de Lucius resonaron suavemente cuando los dejó sobre su plato. Su mirada se suavizó al recorrer la mesa, deteniéndose en Kian, que había estado observándolo con una mezcla de curiosidad y desconcierto. La sonrisa de Lucius, cálida y paternal, no correspondía con la frialdad calculada que Oliver conocía tan bien.

—Kian, mi pequeño —dijo Lucius, su tono tan suave que casi se sintió fuera de lugar en la vasta habitación—, hay algo que quiero que comprendas.

Kian levantó la cabeza, sus ojos encontrando los de Lucius con un interés infantil, sin comprender del todo lo que su madre y el alfa estaban a punto de discutir. Pero en la mente de Lucius, este era el momento en que el niño comenzaría a entender las nuevas reglas de su mundo.

—Yo soy tu papá —continuó Lucius con la misma suavidad, sin apartar la mirada de Kian—. Y eso significa que estoy aquí para cuidarte, protegerte y asegurarme de que siempre tengas todo lo que necesitas.

La reacción de Kian fue una mezcla de sorpresa y confusión, su pequeño rostro se frunció ligeramente mientras procesaba las palabras de Lucius. Oliver, a su lado, sintió cómo su corazón se encogía ante la declaración. El peso de las expectativas que Lucius estaba colocando sobre su hijo era abrumador, y el omega luchaba por mantener la calma, por no mostrar el pánico que sentía ante la idea de que Kian comenzara a ver a Lucius de esa manera.

Lucius continuó, ahora mirando a Oliver con una expresión de afecto calculado, extendiendo una mano para cubrir la de él con la suya. La calidez de su toque era un contraste cruel con la frialdad de la realidad que Oliver sabía que se avecinaba.

—Estamos todos juntos ahora, como una familia debe estar —dijo Lucius, su tono era casi reconfortante, como si estuviera ofreciendo una promesa de estabilidad, aunque Oliver sabía que la estabilidad era solo una ilusión, una fachada que Lucius estaba decidido a mantener a toda costa.

Nala, ajena a la tensión que sus padres intentaban disimular, miró a Lucius con admiración, su naturaleza alfa resonando con la fuerza y la autoridad que él proyectaba. Koda, por su parte, seguía concentrado en su comida, sus pequeños pies colgando del asiento mientras balbuceaba en voz baja, como si la seriedad de la conversación no tuviera nada que ver con él.

Hope - [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora