Capítulo 4

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¿Por qué él? ¿Por qué con él? ¿Habrá sido el karma? ¿Qué clase de broma trataba de jugarle la vida? ¿Por qué ahora? ¿Cómo lo haría?

Tenía tantas preguntas que no pudo pegar un ojo en toda la noche. No se había fijado a qué hora volvió de la veterinaria pero estaba seguro de que fue mucho antes de la media noche. Sin embargo, allí se encontraba, con los primeros rastros de luz entrando a través de sus cortinas blancas y su despertador empezando a sonar.

Después de todo lo que había pasado y las incontables veces que se jugó el pellejo para cuidar al pueblo donde su familia perdió la vida, y que los problemas fueran únicamente humanos, por fin su vida se volvió medianamente normal.

No creía merecerlo, le costó años aceptar que podía ser feliz a su manera con un trabajo decente y una casa en el centro; una con colores más vivos que solo gris y negro.

Y entonces llegaron esos niños.

No podía engañarse a sí mismo, porque realmente le hacía mucha ilusión ser padre. Cuando ese niño lo abrazó, tuvo una conexión casi inmediata, y aunque no tuvo tiempo de asimilar y corresponderle, pudo sentir que era sincero. Y de su último abrazo sincero habían pasado años, como cuando volvió con Stiles para ayudar a Scott contra los cazadores y el Anuk-ite.

Con Jordan y Jonathan le pasó lo mismo en cuanto supo que también eran hombres lobo como él. No tuvo la oportunidad para darles un abrazo y asegurarles que todo estaría bien, pero la voluntad no faltó.

El problema allí era Stiles.

No le disgustaba que el mismo tontuelo de hace ocho años que ahora trabajaba con él del mismo modo que lo hacía desde que apenas era un adolescente, fuera el padre de sus hijos, sino que no comprendía cómo podría tener los genes de los dos.

Según tenía entendido no era posible una inseminación artificial de un hombre lobo, mucho menos con la mitad de un humano, por lo que era imposible que esos chicos nacieran de forma normal. Y por más que le daba vueltas y vueltas a la situación, no habían respuestas claras.

Saliendo de sus pensamientos, estiró el brazo para agarrar su celular y apagar la alarma que puso a las siete de la mañana. Tomó asiento y movió la cabeza para descontracturar su cuello, cuando los golpes en la entrada interrumpieron su ida al baño.

No necesitó sus super oídos para saber que tenía visita, puesto que la casa no era muy grande, y en ese horario ni siquiera se escuchaba el ladrido del odioso perro del vecino. Se acercó a la entrada y abrió la puerta, topándose con el mismo sujeto que hacía minutos estaba ocupando sus pensamientos, acompañado de su mejor amigo.

—Adivina quién tuvo la excelente idea de visitar su escondite y se encontró con tres completos extraños —dijo Stiles adormilado. Llevaba un traje parecido al que tenía el día anterior pero con la corbata floja y mal puesta, con el saco colgando de su hombro. Completamente despeinado.

—¿Ya le contaste todos los detalles? —inquirió con naturalidad, haciéndose a un lado para que pasaran.

—No puedo creer que le crean esas patrañas —A diferencia de Stiles que parecía un muerto viviente, pero de los de The Walking Dead , Scott estaba con más energía y más curiosidad. Ingresó a la casa echando tumbos—. Cualquier idiota puede hacerse pasar por hijo de Derek.

Stiles le hizo un gesto a Derek, como si supiera que explicarles cosas como esas al alfa, era una pérdida de tiempo. A Scott no se le había ido la costumbre de primero darse fuertes golpes de realidad y después aprender.

—También son mis hijos. No lo olvides —se aventuró Stiles, abriéndose paso a la sala y arrojando su saco en la mesilla frente al diván—. Y aunque estoy en contra de que vivan en una veterinaria como si fueran perros, creo que no hay mejor lugar para que estén seguros.

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