Capítulo 48

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—Mh, que curioso —dijo Eli cuando vio la pantalla de su móvil. Llevaba su skate con la mano libre e iba tan distraído que sus torpes pasos le hacían resbalar a veces y tropezar sin terminar de caer.

—¿Qué? —inquirió Jordan, que iba caminando con más cuidado a su lado, sosteniendo la linterna que tomó de las cosas de sus papás.

—Aquí dice no hay señal  —respondió haciendo énfasis en el mensaje—. ¿Qué se supone que significa?

—Que no hay señal —repuso Kev por toda respuesta y con guisa obvia, usando su teléfono como linterna.

—¡Que fiasco! —se quejó el hiperactivo muchachito al tiempo que guardaba su móvil en su pantalón—. Extraño la tecnología de nuestra época.

Jonathan iba detrás de ellos tres sin la necesidad de alumbrar también el camino porque veía que dos eran suficientes, además de que estaba con todos sus sentidos agudizados y en alerta, lo que parecía completamente en vano ya que llevaban más de una hora caminando por el bosque y no escuchaba nada. El aletear de las luciérnagas y el croar de las ranas eran lo único que se oía.

—A veces eres muy inteligente, hermano —le dijo a Eli después de escuchar lo que estaban hablando—, pero otras eres realmente cuestionable.

El castaño se giró sobre su hombro para verle con el ceño fruncido.

—Discúlpame por haber nacido en una generación donde la tecnología me educó y me crió como alguien que no está acostumbrado a que la comunicación virtual falle.

Jonathan rodó los ojos cansado.

—No lo digo por eso, idiota. Estoy hablando de tu patineta. ¿En qué cabeza cabe que puede usarse en un terreno como este? No estamos en Ultra Reality 2.3.

—Ah —miró su skate con sorpresa, como si acabara de descubrir que lo traía. Le dió una sonrisa inocente al rubio—. Uno nunca sabe si lo va a necesitar. Esto podría ser un arma mortal si te lo propones.

El cabecilla de la misión, Jordan, rió entre dientes mientras oía la conversación, vió por un segundo a Kevin y volvió a girarse para mirarlo con más atención. Pues su pijama era muy adorable y llamativo, lo que le hacía pensar en que tendría frío si fuera un simple humano, pero el chico estaba bien y muy cómodo. Las ofertas cursis y clichés sobre prestarle su abrigo sobraban en ese momento. Sin embargo, el otro se dió cuenta de que lo estaba observando más de la cuenta.

—Me veo ridículo, lo sé.

—No, para nada —farfulló Jordan de inmediato.

Eli dirigió los ojos un segundo hacia Jon que iba atrás, y éste lo miró a la vez, sonriendo con complicidad. Su hermano podía ser el más rudo y huraño hombre lobo adolescente, pero cuando se trataba de Kevin, se volvía bobo y torpe. Hasta su forma de hablar era diferente.

—¡Sh! —Jordan detuvo el paso de repente, apuntando fijamente la linterna en un lugar específico.

En efecto todos escucharon el sonido de una rama romperse, y hasta donde sabían, no habían animales más grandes que un conejo, y la rama que se escuchó era muy grande para un animalito de ese tamaño.

—¡Maldita sea! —protestó el menor de todos, usando su patineta como escudo—, ¡Si morimos nuestros padres nos van a matar!

—Pero...

—Cállate, Jon —le impidió contradecirlo.

—¡Allá! —indicó repentinamente Kevin— Es Nathan —apuntó exactamente adonde Jordan alumbraba.

A unos diez metros estaba uno de los amigos de Eric, el chico delgado y pálido, de cabello rizado y corto que solía estar acompañando al patán de la escuela cada vez que los molestaban. Pero esta vez no lucía guapo y desafiante como acostumbraban a verlo, sino que parecía muy asustadizo, allí agazapado detrás de un árbol enorme. Sus ojos reflejaban la luz fluorescente, cuyo efecto se debía a su nueva naturaleza licántropa.

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