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Capítulo 6

—¿Papá? —preguntó confundida la oficial Romero, dedicándole una mirada de extrañeza a Stiles. Éste se quedó en la entrada, momentáneamente petrificado.

Detrás de su hijo apareció el sheriff, que volvía de su recorrido por la escuela. Llegó a oír la pregunta de Romero, así que tuvo la suficiente delicadeza para despistarla.

—¡Romero! —le hizo una seña con la mano— Tenemos trabajo en la primaria Beacon Hills. Vamos.

La mujer asintió de acuerdo con su jefe y acató la orden sin dudarlo. No sin antes mirar a los niños esposados en la banquilla frente a la oficina, y después a Stiles y Derek.

Visiblemente relajado porque lo salvaron de responder preguntas incómodas, Stiles se acercó a Derek para averiguar lo que había pasado, pero ahí no se libraron de las preguntas curiosas, porque Parrish se dio cuenta de la manera en que el alguacil se llevó a su compañera para disuadirla.

—¿Por qué esos jóvenes te llamaron así? —indagó con voz suspicaz. Luego miró a Derek— A ti también te dijeron papá.

Apresurado y con las esposas en sus muñecas, al notar que el detective estaba por hablar, Eli se colocó en medio de éste y Derek.

—Porque son nuestros padres, oficial —respondió risueño y haciendo un suave movimiento con la cabeza para echarse el cabello hacia atrás.

—¿Por qué no sabía de esto? —siguió confundido el policía— ¿Tú y tú? —les preguntó a los mayores.

—Sí —musitó Stiles—. Ellos son...

—Adoptados —repuso Eli sin dejarlo terminar. Después rompió las esposas sin que nadie lo notara, le dio una palmada a Stiles en la espalda—. Explícale cómo y por qué lo hiciste, detective Stilinski. Y tú, ven conmigo —le susurró a Derek para luego agarrar su brazo y llevarle a la oficina.

—¿Qué haces? —espetó Derek saltándose del agarre de Eli— ¿Por qué le dijiste que eres adoptado? Él es Parrish, uno de los nuestros.

—Todos en mi tiempo conocemos al sabueso infernal, papá. Pero no es conveniente que todo el que veamos sepa que vinimos del futuro. El abuelo y el tío Scott son daños colaterales. Tú y papá son los únicos que deberían saberlo.

—¿Qué diablos se supone que vamos a inventar? —bramó el mayor, molesto.

—A papá S. seguramente se le ocurrirá algo —con una sonrisa le hizo un gesto para que viera a Stiles a través del cristal.

Derek aguzó sus oídos y prestó atención.

—Y decidimos darle esta oportunidad a los muchachos. Están a punto de cumplir la edad en donde sus lobos internos empiezan a descontrolarse —comentaba Stiles.

—Pero se parecen. Es como si hubieran elegido a los niños perfectos para que sean sus hijos —musitó el oficial un tanto disconforme.

—Relájate, Johnny Storm —le interrumpió Eli, volviendo al lado de su padre y abrazándolo por el hombro mientras se dirigía al curioso oficial. Jordan y Jon se rieron por el comentario del menor—. De hecho fuimos nosotros los que buscamos a estos dos.

Stiles suspiró de alivio casi imperceptible, feliz de que Eli hubo dicho algo similar a lo que él ya había inventado. Quería saber en qué se había metido para terminar esposado y lastimado con sus hermanos, pero que fuera tan astuto como él en situaciones extremas, resultaba encantador.

—Entonces les quitaré las esposas —dijo Jordan, habiendo aceptado que ahora esos niños estarían de su lado, pero una mano en su hombro lo detuvo.