Capítulo 14

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—¡Oh, por Dios, Derek!

Después de un exagerado movimiento de brazos, como si pudiera espantar del aire lo que sus ojos acababan de ver, llevó las manos a su cara y se cubrió abochornado.

Había llegado a la casa de Derek hacía más de diez minutos, tiempo suficiente para servirse el café delicioso que seguramente lo habría hecho el hombre, o alguno de sus hijos, no le sorprendería... lo bebió con tranquilidad hasta que escuchó que el lobo abrió una de las puertas, y cuando fue a buscarlo para darle las buenas noticias, lo encontró completamente desnudo, saliendo del baño y dirigiéndose a su habitación, donde lo ocupaba Jon, pero donde todavía guardaba su ropa.

—¡Stiles! —vociferó Derek, tapándose la entrepierna con la toalla que estaba colgando en su hombro— Lo siento. No me fijé que estabas aquí —explicó rápidamente y caminó de costado hasta entrar a la habitación y encerrarse de un portazo.

El detective soltó una risa ahogada y se tapó la boca para que no lo oyera, recreando en su cabeza lo que acababa de pasar; la espalda del hombre era más fibrosa de lo que la recordaba, porque pasó mucho tiempo desde aquella vez donde lo había usado para que Danny cediera a ayudarlo. Su tatuaje de los tres espirales unidos era deslumbrante con las gotas de agua que se escurrían, pero no fue exactamente eso lo que le llamó la atención, sino las enormes nalgas que tenía.

Perdió la cuenta de las veces que miró el trasero del lobo, incluso desde que lo conoció, pero jamás se imaginó que serían así de redondas y perfectas. Sin dudas era el mejor trasero que vio en su vida.

En lo que a estética se refería... según él.

De su boca lucharon por salir una sarta de halagos, que, por supuesto no lo dijo ni siquiera en susurro, porque estaría escuchando.

Entonces pensó en la posibilidad de que sí podría haber escuchado que estaba en la casa, puesto que había estado tarareando una canción de country, que se lo pegó Jonathan, mientras bebía su café. Pero después asumió que el hombre simplemente se tomó una relajante ducha sin la necesidad de usar sus habilidades de super oídos.

Desde hacía ya una semana, su relación había mejorado, tanto en el trabajo como en la casa, pasaban mucho tiempo juntos, pese que Stiles debía volver a la casa de su padre a altas horas de la noche, y constantemente se aseguraban de que las cosas en el pueblo se mantuvieran del mismo modo y que sus hijos siguieran a salvo.

También era indudable que algo cambió entre ellos dos, como que Derek ya no era tan huraño con él, ni él lo sacaba tanto de quicio, y si lo hacía, el lobo disimulaba muy bien su enojo.

—¿Tu jeep se apagó otra vez? —preguntó de repente Derek desde la habitación, con la puerta abierta.

—No —respondió Stiles, desconcertado por la pregunta—. Bueno, sí se apagó anoche pero lo arreglé. Roscoe está a salvo.

—¿Quién es Roscoe? —quiso saber Derek, terminando de abotonarse la camisa beige, volviendo a la sala donde el humano se había quedado a esperar.

—Mi jeep, Derek —contestó el otro con impaciencia, notando que podía dirigirle la palabra sin ponerse rojo.

—Ah —no le sorprendía que Stiles le pusiera nombre a su vehículo, lo cuidaba como a un hijo a pesar de que era viejo y se apagaba todo el tiempo—. Y como te falla todo el tiempo, volviste para que te lleve.

—No —canturreó ofendido y entrecerrando los ojos—. Volví porque te tengo buenas noticias —Derek elevó las cejas para que hablara—. Papá nos consiguió contratista, es de confianza y nos hará una rebaja casi millonaria.

Error 16 | Sterek |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora