MARIO

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Haber, os cuento. El año pasado justo llegue a salir con él. Pero hubo un fallo. Yo no estaba enamorada. Él si. O bueno, eso creo. Porque a las dos semanas ya estaba con otra... En fin... Sin embargo, en este caso nos hemos invertido los papeles. La que está enamorada soy yo. Y perdidamente además. Intento mirar a otros, divertirme con otros, disfrutar con otros, pero no, nadie es como él. ¿Queréis saber un poco de él? Venga, ahí va. Mario está en mi clase. En mi insti. En los cambios de clase normalmente suele venir conmigo y con mis amigas a hablar, o bueno, a hacernos cosquillas. He de admitir que los celos siempre han estado ahí, aunque ellas no sean lo que Mario quiera. Bueno... La verdad es que sigo sin saber que es lo que quiere él. ¿Estar con una para a la semana dejarla? No sé no sé... Sigo. Sinceramente, al principio siempre pensaba que le interesaba. Es más, él mismo le había preguntado a una de mis mejores amigas, ¡qué si tenía oportunidades conmigo! Obviamente ella me lo contó. Me ilusioné. Me ilusioné como una boba. Porque, ¿sabéis? Que el chico que te gusta pregunte eso, es... ¡Boom! O por lo menos para mi, claro. Luego llegaron las fiestas de mi ciudad. Él no paraba de decir que quería quedar conmigo. Claro que yo también quería. Y bueno, eso hicimos. Quedamos el lunes. Pero adivinen. ¡El mismo domingo a la tarde me dijo que no sabia si quería quedar conmigo! Lo peor es que era para que no pensaran que es un putón. Y si, lo único que quería hacer conmigo era liarse y lo que le permitiese de demás. Me enfadé. Pero no con él, sino conmigo misma. Quiero decir, no somos nada. No tengo por qué enfadarme con él. Pero si conmigo. Por enamorarme y seguirle este... ¿juego? Aunque si que hay algo que me jode de verdad. Que durante este tiempo, no me haya dicho que tenía novia.

¡Eyy! Me gustas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora