MI PRIMER BESO

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Llega el domingo y, por muy extraño que resulte, me despierto temprano. No sé como lo hace... Pero él tiene cierta fuerza sobre mi. Me preocupa.
Desayuno, me ducho, me visto y... Me lavo los dientes unas tres veces, no sin olvidar echarme un poco de "Baby lips". ¿La verdad? Lo mejor que hay. Es un pintalabios, más o menos cacao, que hace que tus labios estén más bonitos, firmes y flexibles. Tampoco me olvido de coger y mascar un chicle de menta durante todo el camino. Dudo que este sea el momento, pero no está de más estar preparada.

A las 12:00 de la mañana ya estamos todos reunidos para coger la guagua hasta la playa. Al principio la vergüenza es el protagonista en mi pequeño mundo. Pero nada más llegar, el olor del mar me da tanta seguridad, que me pongo a hacer el idiota. Incluso me pongo a cantar. Es divertido estar así. Consigo llamar la atención de Mario, el que me presta atención.

Nos dirigimos hasta el muelle, donde están las rocas y demás. Mario me hace morritos para que me ponga junto a él. Obviamente le hago caso. Yo quería lo mismo.

Cada vez voy entrando más en confianza. Consigo saltar haciendo la voltereta en el aire desde una roca hasta el mar. No sin pegarme un planchazo. Poco a poco...

Acabamos buscando cangrejos de entre las rocas como niños pequeños mientras Mario se queda en las rocas escuchando música. De un momento a otro, llama a uno de nuestro grupo. A Thiago. Me decido por echar algunas miradas, intentado captar algún sonido o gesto. Pero no hay caso, yo no valgo para esto. Me olvido y continuo buscando cangrejos.

Cuando me entra frío, salgo y voy hasta la toalla. Me siento junto a él y nos quedamos varios minutos en silencio.

Al poco rato, cuando los demás están distraídos, me hace un gesto para que le siga. Y eso es lo que hago.

Me dirige hacia un lado del muelle donde los sonidos se oyen amortiguados y alejados. Me siento junto a él, sobre una roca. Empezamos a hablar, con silencios de por medio. La verdad es que no me es incomodo en absoluto.

Tengo miedo, o eso creo.

Más que mariposas, lo que tengo yo en la panza es un zoológico.

¿Qué pasa si me besa?

¿Y si lo hago mal?

¿Me volverá a hablar?

Cierto es que no lo sé... Nunca lo sabré hasta que lo intente. Porque al fin y al cabo, la vida está para eso. Para probar cosas nuevas. Y en cierto modo, ahora mas que nunca, me apetece probarlo a él...

Giro, mirando hacia él, y, sin tiempo a actuar, nuestros labios se juntan. Debería pararlo por el echo de que sé que me está usando. Que solo quiere enrollarse conmigo. Pero la cosa es que no puedo. Él siempre ha sido como una droga para mi. Una vez empieces, no puedes parar. Nuestros labios se mueven lentamente. Poco a poco va introduciendo su lengua en mi boca. Y yo hago lo mismo, sigo sus pasos. Y es ahí cuando me doy cuenta de que no tiene nada que ver. Ni a las películas, ni a las novelas. Es mucho mejor. Sientes su sabor. Su dulce sabor. Y entonces, al cabo de segundos, nos separamos. Por desgracia nos separamos... Pero esto no acaba aquí, al poco rato, vuelve a apoderarse de mi, juntando ambos labios. Esta vez tengo más control y confianza. Es como si nuestros labios estuviesen hechos para estar juntos. Nunca pararía.

Ahora lo entiendo todo. Las películas, los libros, los cuentos, los romances etc...

Siempre me preguntaba si no se cansaban de estar todo el día besándose. Pero claro que no. Te puedes cansar de cualquier cosa, menos de eso. Al menos en mi opinión.

Pero me confunde bastante... Y ahora, ¿qué somos? ¿Amigos con derecho a roce? Ohh, no... De eso ni hablar...

-¿Volvemos con el grupo? -Le pregunto.

¡Eyy! Me gustas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora