Pequeña cobarde

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Salimos del baño y nos reunimos con los chicos. Mario no aparta la mirada de mi. Yo lo esquivo.

Amor de idiotas. Yo por él. Él por otras.

Aún no me lo puedo ni creer... ¡¿Cómo?!

-Te quiero.-Me susurra de repente al oído.

No le contesto. Sólo respiro algo agitada.

En un gesto delicado, me acaricia la mandíbula y hace que gire la cabeza para estar uno enfrente del otro.

Me sonríe y se acerca a besarme.

Pero reaccionó a tiempo y me aparto.

Lo miro a los ojos a punto de llorar y salgo corriendo como la cobarde que soy a donde están mis amigas.

No quiero que siga haciéndome daño...

Esto es lo mejor que podía hacer.

¿Verdad?

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