El aire llegó a lo más alto,
de un sagrado tallo, un árbol amado.
El suelo de la colina dónde yace postrado,
lo abraza con su amor subterráneo.
Se dan afecto y nacen raíces.
El otoño llega muy pronto, muy descarado,
exigiendo en el suelo las hojas del pasado.
El suelo espera por la hojarasca muy solitario,
cuando por fin cae lo que estuvo vivo.
Nacerá por fin él invierno esperado.
El tiempo y las estaciones del año,
serán amantes hasta un final inesperado.
El suelo mientras tanto será el lugar indicado,
para la preciosa semilla con su fruto anhelado.
Será una preciosa semilla el amor duradero.
Autor: Alejandro Rodríguez.
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Pensamientos de un joven amante (Vol.I)
PoesíaMi espalda se recostaba en la aspereza de un árbol, en la corteza de un ser gigante que sostiene mi espalda adolorida por el peso cargado de mi propio egoísmo. Como si de alguna manera los dedos de mis manos se convirtieran en flores de campos que s...
