Constantemente comparo al corazón
de mi madre con rosas. Rosas rojas
como sus tejidos, como sus músculos
cardíacos vibrantes y muy vivos.El corazón de mi madre son rósales
del jardín de mi mera conciencia,
flores y primaveras de mi existencia,
nutridas con polen de indulgencia.Al corazón de mi madre a menudo
utilizó como una bella razón. La más
bella de todas y aunque en su tallo
haya espinas. El amor incondicional
que de ella heredé no me hace soltar.Autor: Alejandro Rodríguez.
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Pensamientos de un joven amante (Vol.I)
PuisiMi espalda se recostaba en la aspereza de un árbol, en la corteza de un ser gigante que sostiene mi espalda adolorida por el peso cargado de mi propio egoísmo. Como si de alguna manera los dedos de mis manos se convirtieran en flores de campos que s...