I
En la oscuridad de una noche,
pude observar el noviazgo más
envidiable del mundo entero.
En un extremo de mi camino
carente de la luz del cálido sol
observé a una rosa con júbilo
que miraba a la noche con amor.-¿Será que se están cortejando?-
me pregunté con ardor. Pues la
curiosidad en mi era una llama
interna.En aquella noche de un verano
el cielo se veía con resplandor
y las estrellas ardientes eran las
pecas que enbellecía a su rostro.
En aquel cautivador escenario
miré al cielo como el rostro de Dios.-¿Qué irá a pasar?-pregunté
desde mi desdén.Entonces ahí la noche habló con
aquella bella flor, con derroche de
un genuino amor.II
-Me permitirías ser tu amante,
te eh estado mirando desde mucho
antes de que fueras una rosa-dijo
la noche a aquella flor.La rosa con sus pétalos extendidos
asintió con algo de nerviosismo.
-Me siento completamente halagada,
pues eres tan magnífica que no sé
que responder ante tu pregunta-dijo
aquella flor con temor en su voz.-Permiteme cubrirte con el manto
de mis brisas y permíteme decirte
que eres una de mis muchas novias-
dijo la noche a aquella rosa con una
risa algo picarona.-¿Soy tu novia?-preguntó la rosa.
-Así es-respondió la noche con la
razón en su voz.-Pero ¿Cómo?-replico la flor con
confusión.-En mi oscuridad el color de todos
tus pétalos, resaltará aún más. Las
abejas en sus colmenas no te han de
molestar, asi solo tu y yo hemos de
estar. Así que más que mi novia eres
mi amante inmortal-contestó la noche.La rosa tan solo se conmovió en la
inmensidad de su amante, la noche
y sus pétalos extendió demostrando
que su amor serían las flores en un
cálido verano.Autor: Alejandro Rodríguez.
60
ESTÁS LEYENDO
Pensamientos de un joven amante (Vol.I)
PoesíaMi espalda se recostaba en la aspereza de un árbol, en la corteza de un ser gigante que sostiene mi espalda adolorida por el peso cargado de mi propio egoísmo. Como si de alguna manera los dedos de mis manos se convirtieran en flores de campos que s...