Peregrino.

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—Oh peregrino, dulce y bastante
valiente—.

Fuiste peregrino y un viajante
ambiguo. Perdido en los campos
de un amorío, buscando a una
anhelada primavera. En extensas
veredas reclamadas por el otoño,
las hojas caídas cubrían el pasto
que estaba por enverdecer. La
hojarasca decoró la tempestad de
un campo que prometía ser mucho.

—Oh peregrino no fuiste capaz de
ver lo que había bajo mi hojarasca—.

Fuiste el clima adecuado para la
primavera, fuiste las lluvias y los
rayos del sol. Todo lo necesario que
mi campo necesitaba en aquella
estación. No encontraste
el alojamiento primaveral ni las
sensaciones veraniegas. Pues mi
campo estaba por enverdecer y
ahora sé que eres un peregrino
creando viajes a otros lares y que
a mí campo no has de volver.

—Oh peregrino a veces anhelo
que volvieses a mi campo de nuevo—.

Autor: Alejandro Rodríguez.

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Pensamientos de un joven amante (Vol.I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora