La fragilidad de nuestro existir.

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I

Caminé así con la gracia de una vida,
con el cansancio que me recuerda que
existo y que voy a existir en un mañana.
Caminé por algunos campos desolados,
en rastros verdosos, acompañados de su
amante tan fiel, la bella primavera.
Caminé por muchos extensos espacios,
como un amante solitario cortejando a las
hijas de la primavera, las bellas rosas.

Entre un lago,
que estaba adornado con el vasto cielo,
miré un bello nido de aves, aves salvajes
y tan libres como mis deseos de ser mejor
con el tiempo...

II

La fragilidad de nuestro existir se postro
ante mí.

Un cascarón tan frágil,
ante la fuerza de mi mano
y un nido tan fértil
cómo la tierra en verano.

Cómo un cascarón que pudiese aplastar
con mi pie, puede proteger a un ave que
esta por nacer.

Un cascarón tan hábil,
que cubre como un manto
y un bebé tan débil
que necesita la eclosión.

La fragilidad de nuestro existir es una
bella cualidad que forma nuestra naturaleza
y si fuésemos conscientes de ella la vida del
hombre sería más amorosa.

III

Nuestro existir es frágil,
pero no la avaricia,
tampoco el narcisismo
son duros como troncos.

Nuestras vidas son frágiles,
nuestras conciencias igual
los egos como cascarones
y se rompen de forma habitual.

Nuestras vidas efímeras,
no son ajenas a la fragilidad
y un cascarón de vivencias
es nuestra vital suavidad.

Autor: Alejandro Rodríguez.

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Pensamientos de un joven amante (Vol.I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora