30| 𓇬 Amar sus demonios 𓇬

1.3K 92 18
                                    

Capítulo 30

••|𓇬|••

—¿Anneliese?

Gemí y me pasé una mano por la cara, me dolía la cabeza y me sentía cansada.

—¿Qué sucede?

—¿Te sientes bien?

Abrí los ojos lentamente, miré a mi alrededor y me senté cuando me di cuenta de dónde estaba. No tenía idea de cómo había llegado aquí. Lo único que recuerdo es que estaba en el lugar habitual, en dónde el monstruo acostumbraba a torturarme y a abusar de mí.

«¿Qué pasó, Anneliese?»

—Oye, responde.

Asentí mientras trataba de ponerme de pie, pero mi cuerpo se sentía pesado. ¿Me habían drogado? ¿O qué mierda pasaba conmigo?

—¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar?

Él sonrió levemente.

—Supongo que estás bien.

Volví a asentir.

«Finalmente fuimos liberadas.»

—¿Por qué estoy aquí? —cuestioné, mirándolo fijamente.

—Este es el lugar en dónde se encuentra la cura de tu mal —dijo, ofreciéndome una mano.

Sonreí y acepté su ayuda.

No estaba segura a lo que se refería, pero creía saberlo. No podía referirse a otra cosa más que a Killian.

—Estoy ansiosa por verle, aunque también un poco decepcionada. Siento un terrible cansancio en mi cuerpo, no estoy en mi cien.

—No te preocupes, si caes aquí estaré para levantarte —prometió él pegándome a su cuerpo.

Me llevó hasta el final de un pasillo que apenas estaba iluminado y ahí había una puerta que tenía una particular manilla él colocó su pulgar en la cerradura y esta se abrió. Unas luces se encendieron y recorrí el lugar con la mirada. Finalmente lo vi. Ahí estaba él. Cuando nuestras miradas se cruzaron mi estómago se revolvió.

Su mirada desafiante y esa maldita sonrisa arrogante.

—Mira nada más a quién tenemos aquí. Te ves bien, cielo —dijo con mofa.

Sonreí.

—¿Creías que esa rosa marchita no podía florecer? —comenté dando unos pasos en su dirección. Observé que junto a él había instrumentos quirúrgicos, tomé un bisturí y me paré frente a él y sonreí más ampliamente— No tomaste en cuenta que esa rosa tiene espinas que cortan profundamente. No soy tan frágil como ella. —alcé el bisturí y lo puse ante su mirada expectante y realicé un corte en su mejilla lo suficientemente profundo para hacerlo sangrar.

Me aseguraría de que sintiera todo lo que yo sentí cuando abusó de mí, me aseguraría de que en su puta vida volviera a lastimar a alguien más. La muerte nunca sería un castigo para una persona como él, pero sí el hecho de saber que lo que intentó destruir sigue aquí, lastimado y con cicatrices, pero no tan rota como lo habría deseado.

El Precio De Una Obsesión © | Completa ✅  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora