El Precio De Una Obsesión © | Completa ✅

17| 𓇬 Confrontación 𓇬

Capítulo 17

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El recuerdo vagaba por mi mente, cada vez se hacía mucho más fuerte, cada vez dolía más. Tenía miedo de quedarme atascada, pero no sabía cómo salir de aquí. Me estaba hundiendo y no había nada que pudiera hacer al respecto.

—Anneliese.

Enfoqué mis ojos en un par de esmeraldas que me miraban con preocupación, esos hermosos ojos que eran mi perdición y, curiosamente, también eran mi paz ahora.

—Yo no quería —susurré. Lo vi apretar la mandíbula, sus ojos oscureciéndose.

—Estás a salvo ahora, no tienes que tener miedo, ¿de acuerdo?

Le creí. Y por cuarta vez consecutiva, lloré. Sabía que estaba mal ser débil, pero no podía soportarlo más. Era demasiado para mí y sabía que llorar no resolvería nada, pero me desahogaba y liberaría todo el estrés y el dolor.

—Le pedí que se detuviera y no lo hizo, no me escuchó —le dije entre sollozos. Stephen trató de acercarse, pero rápidamente negué con la cabeza.

—Está en estado de shock —informó Logan—. Es normal que ella reaccione así.

Jefferson asintió.

—No es tu culpa —me aseguró.

Lo sabía, pero había una vocecita en mi cabeza que me decía una y otra vez que sí, que era mi maldita culpa y que si hubiera querido que terminara, podría haberlo evitado de muchas maneras.

—¡No podía moverme! ¡Quería parar con todo! —Grité al borde de la locura.

—Te creo, sé que no era tu intención y no estás sola, cariño —trató de tranquilizarme, pero estaba tan fuera de mí. El miedo me dominaba, el asco que sentía y la impotencia no me dejaban pensar con claridad.

—Estoy sucia, mírame.

Stephen me tomó de los brazos y me atrajo hacia su cuerpo, sin dejarme ir incluso cuando luché por alejarme.

—No fue tu culpa, detente —dijo en voz baja, acercándome a él, consolándome— Shhh... todo estará bien, terminará pronto. Te lo prometo.

No dije nada, no seguí peleando. Ya no tenía fuerzas para hacerlo. Después de varios minutos, mi visión se oscureció y no supe nada más.

Estaba cansada de todo.

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20 de Diciembre, 2016

En la oscuridad, todo se volvía más claro. Ilógico, ¿verdad? Cuando cerraba los ojos, mi mente se aclaraba, o lo hacía hasta que Killian aparecía en mis sueños para atormentarme. No podía olvidar sus ojos, su siniestra sonrisa y su espeluznante voz.

—Me encantas, te deseo y te voy a tener.

—No...

—Por supuesto que sí.

—No, no, no...

—Te voy a destruir.