9| 𓇬 Vacío y confesión 𓇬

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Capítulo 9

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Mi padre había muerto.

Ni siquiera podía describir con palabras lo que estaba sintiendo. La sola idea destruía mi corazón y estar viéndolo, tenerlo en mis brazos sin vida, era devastador. El nudo en mi garganta crecía a tal punto de asfixiarme, no podía parar de llorar, era imposible cuando dolía tanto. Tenía que sacarlo todo. Necesitaba llorar hasta sentir que ya no tenía más lágrimas que derramar.

No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que esos tipos invadieron nuestra casa, causando estragos y llevándose a Nathalie secuestrada, arrebatándome a mi padre y también causando daños psicológicos casi insuperables a mis hermanitos pequeños. Pero creía que había sido suficiente para que alguien llamara a los paramédicos. Ellos entraron a la habitación y vinieron hasta nosotros.

—Demasiado tarde —mascullé.

—Anne...

La voz de Jace me sacó de mi trance.

—Se ha ido.

Lo escuché sollozar. Pero no me levanté para consolarlo, en este momento no podría.

—Los paramédicos están aquí —dijo, con la voz ronca por el llanto.

—Que se vayan —murmuré— Ya no hay nada que puedan hacer aquí.

Sin embargo, mi protesta no fue escuchada. Sentí que alguien jalaba de mí para alejarme de mi padre, grité y me aferré más a él. No quería dejarlo.

—Señorita, tiene que dejarnos hacer nuestro trabajo —escuché que alguien me decía. Pero aún me resistía.

—¡No, por favor!

—¡Anneliese! —El llamado de Lacey logró capturar mi atención por completo.

Giré la cabeza lentamente y la vi en la puerta con las manos cubriéndose la cara.

—Me necesitan —susurré para mí.

Reuniendo toda mi fuerza de voluntad, me alejé del cuerpo inerte de mi padre. La niña corrió hacia mí en busca de consuelo. Y en ese momento entendí que no tenía permiso para desmoronarme, mis hermanos pequeños me necesitaban. Tenía que ser fuerte para ellos; ahora más que nunca, debía serlo.

Tomé a mi hermanita en mis brazos y la llevé fuera de la habitación donde papá yacía sin vida. Encontré a Liam apoyado contra la pared, con la cara apoyada sobre las rodillas, llorando en silencio. Sólo se escuchaban sus suaves sollozos. Me acerqué a él y le tendí la mano.

—Ven aquí, Liam —murmuré con la voz temblorosa.

Él miró hacia arriba, sus ojos estaban rojos e hinchados.

—¿Papá estará bien? —preguntó,  las lágrimas corrían por su cara sonrojada.

Me mordí el labio inferior para evitar romperme.

—Papá se ha ido, Liam.

El niño se levantó y me abrazó, se aferró a mí como si fuera su salvación; como si fuera todo lo que tenía.

El Precio De Una Obsesión © | Completa ✅  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora