12 | En la oscuridad salen los demonios a jugar

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La oscuridad y el frío erizaban la piel de todos en Danger. El cielo estaba en total oscuridad sin ninguna estrella o luna que iluminará y como todos los días las luces en la ciudad estaban fallando, aunque ya todos estaban acostumbrados a las fallas, después de todo la ciudad ya estaba apunto de derrumbarse. Todos los grupos de asesinos aún se encontraban haciendo sus tareas que hacían después de entrenar, dieron por terminado todo cuando el silbato sonó y Dmitry se despidió de todos como siempre lo hacía.

Amelia miro a Stefano pero estaba mirando a Isabella, desde que habían vuelto de aquel lugar la había estado mirando más de lo normal. Como si Isabella se tratara de un acertijo difícil de resolver. La rubia solo se quedo quieta en su lugar sin quitar la vista del italiano.

—No pierdas tu tiempo, presa —se le burlo Edel — Stefano le gustan las mujeres valientes, no las temerosas como tú. Obviamente se va a fijar en Isabella.

—No me gusta Stefano —se limito a decir sin apartar la mirada del nombrado.

El italiano esbozo una gran sonrisa cuando Isabella le hizo un comentario que ella no logro escuchar.

—Mírala —siguió hablando el alemán — Odio a esa mujer pero soy hombre y debo admitir que cualquier hombre se sentiría atraído por ella.

—Ella no es tan bonita.

—Stefano no piensa eso.

—¿A ti también te parece bonita?

—Podrá serlo pero mi odio por ella me hace verla como la mujer más insoportable.

El alemán se alejo de la rubia y esta comenzó a caminar hacia la casa sin dejar de pensar en lo que el líder de los sádicos le había dicho.

—Necesito que me expliques algunas cosas —susurro Isabella al italiano.

Los dos caminaban juntos yendo hacia la casa en la que vivían, Stefano sacudió un poco de basura que había quedado en la playera y miró a la pelinegra, esa mirada cargada de intensidad la cual siempre hacia que las personas bajarán la mirada pero Isabella también poseía unos ojos azules que podían lograr cosas inimaginables. Edel miró a los dos, metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y fingió mirar hacia el frente aunque de reojo los miraba de vez en cuando tratando de leer sus labios para saber de qué hablaban. La pelinegra no era de su agrado y sabía que su llegada era un tanto extraña.

¿De dónde venía? ¿Por qué Danger? ¿Cuál era su plan?

Tantas preguntas y ninguna tenía una respuesta.

Amelia solo fingió estar en otro lugar, imaginando que caminaba por las calles tranquilas ignorando que en todos lados habían cadáveres y que caminaba al lado de asesinos. Los demás caminaban al frente mientras escuchaban las conversaciones divertidas de Zorán.

—Carlos estaba coqueteando con una de los depuradores —comenzó a contar.

—Me di cuenta —comento Aria.

—El idiota termino en el suelo y miren —señalo la mejilla de su amigo — La mujer le dio una buena bofetada.

—En mi defensa dije algo que la molesto.

—¿Y qué fue lo que dijiste?

—Estábamos besándonos y dije el nombre de otra mujer.

—Mas idiota no se puede ser —dijo Zorán —. Ya sabes como son las mujeres, da por terminado lo que tenías con aquella mujer.

Edel mientras tanto se acerco disimuladamente al italiano y a la pelinegra para escuchar las conversación ya que le era un poco difícil escuchar con sus amigos riéndose de Carlos.

Danger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora