22 | Amelia no es lo que parece

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El alemán contuvo la respiración pensando que los habían descubierto y que ahora tendría que contarle todo al líder para que luego le pusiera un castigo severo por no decirle desde un principio. Isabella movió su cuello de un lado a otro consiguiendo que tronara sus huesos, estaba lista para pelear si era necesario. Edel noto las intenciones que tenía la pelinegra y se acercó a ella a tratar de detenerla para que no cometiera una estupidez  

Sin embargo, no fue necesario porque quien estaba oculto era Carlos quien salió detrás de un árbol mostrando esa sonrisa despreocupada, vio como ambos tenían sus armas en las manos y se burlo frente a sus caras, en verdad habían pensado que se trataba de otra persona y que podían llegar a tener algún problema.

—¿Me iban a matar?

—Aun lo estoy considerando —gruño el alemán —¿Qué haces aquí?

—Estaba en el río y los vi que venían para acá así que decidí seguirlos.

—¿Algún día dejaras de ser tan chismoso?

—No —contesto de inmediato — Yo vivo por el chisme.

Los dos guardaron sus armas y comenzaron a caminar de nuevo para llegar al lugar. El mexicano los siguió aunque no sabía a dónde iban, pero quería saber que estaban tramando esos dos porque lucían sospechosos.

—Escuche que en la fiesta habrá alcohol —conto Carlos con emoción — Hace años que no pruebo el alcohol.

—Yo nunca he probado el alcohol —comento Isabella.

El alemán frunció las cejas, por qué Isabella nunca había probado el alcohol si había estado afuera pudiendo hacer lo que quisiera.

—¿Por qué? —le pregunto.

—No me interesa probarlo —respondió con desinterés.

—Pues hoy lo probaras —dijo Carlos sonriendo — y no acepto un no por respuesta.

—Esta bien —acepto la pelinegra — Solo probaré un poco.

Carlos levantó el pulgar y esbozo una sonrisa ladeada.

—Es aquí —dijo Edel.

Se detuvieron en cuanto llegaron a unos arbusto que cubrían la mayor parte de la casa en la parte trasera, la pelinegra fue la primera en avanzar y escabullirse entre los arbusto desapareciendo de la vista de los asesinos. Los dos hombres se miraron entre ellos y ambos pasaron entrando al lugar donde se había encontrado el hombre.

Edel e Isabella comenzaron la búsqueda del radio mientras Carlos miraba el lugar con curiosidad, todo estaba cubierto de polvo, miro una pequeña silla donde se encontraba un gran libro, tallo con su mano logrando limpiar y poder leer lo que decía, era la biblia y la abrió haciendo que saliera más polvo, las páginas estaban rayadas con tinta roja cubriendo los escritos, siguió ojeando hasta que encontró una pagina donde estaba escrito:

“¿Por qué nos has abandonado?”

Carlos ignoro por completo el escrito y cerró la biblia, no le resultaba importante y tampoco lo era.

—No lo encuentro —hablo la pelinegra.

—Yo tampoco —dijo Edel.

Carlos miro algo debajo de una mesa de metal y se inclino a mirar de que se trataba.

—Encontré un radio —aviso.

Dejaron de buscar y se acercaron al mexicano quien miraba con rareza el objeto que tenía entre sus manos. Edel respiro hondo para tratar de no golpear a su amigo mientras que Isabella solo esbozo una sonrisa y negó con la cabeza.

Danger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora