Han Jisung ya había concluido sus estudios universitarios para una profesión que sabía que nunca iba a ejercer pues según su suegra, su futuro lugar estaba en su casa para cuidar de su esposo y criar a sus hijos, un pensamiento bastante anticuado y desagradable para él, pero era una vieja costumbre que varias las familias de alto estatus continuaban manteniendo desde tiempos pasados hasta el día de hoy, y él mismo siempre había considerado que no estaba en condiciones de oponerse a las elecciones de su suegra.
Aquel día la casa Lee se encontraba muy animada por el regreso de Lee Minho al hogar de sus padres. En todos los años de estudio no había vuelto a casa en ninguna vacación, así que la señora Lee estaba muy felíz de volver a ver a su hijo, por lo que junto a Jisung y la servidumbre se encargó de preparar las distintas delicias que más le gustaban a Minho para servirlo en la cena de bienvenida.
Cuando ya casi todo estaba listo la señora Lee pidió a su futuro yerno que fuera a cambiarse a una ropa adecuada para la ocasión, a lo que el muchacho se limitó a obedecer asintiendo con la cabeza.
A los veintitrés años el joven prometido era bastante atractivo con rasgos suaves y una tez bastante clara rodeado con un aura gentil y delicada que podría despertar el instinto de querer protegerlo en cualquiera que llegase a familiarizarse un poco más con él, o simplemente quedarse a admirarlo un poco más de la cuenta en todos los que volteaban a verlo. No era la clase de persona que alguna vez le hubiese gustado ver en el espejo, pero ahora lo hacía mientras peinaba su cabello luego de poner el conjunto de camisa blanca y pantalones color negro que su suegra eligió para él entre todo el guarda ropas que le obligaba a comprar cada fin de semana a su compañía.
Lee Ye-Jin tenía la idea de que era un deber crucial dentro de un matrimonio el verse perfecto ante el público, incluyendo sobre todo al esposo para que su mirada nunca se aparte a ver a alguien más y en cambio provoque elogios a su belleza.
Un cuidado excesivo, tratamientos de belleza y una dieta rigurosa que había hecho que Jisung olvide el sabor del pollo frito hace mucho tiempo, todos esos años de larga preparación incluyendo la etiqueta sólo para impresionar en este momento, la señora Lee no se lo había dicho de frente, pero Jisung sabía que ella tenía la intención de ponerlo como el producto de novedad que todos quisieran obtener y que sólo estaba disponible para su hijo.
Poco después llegó el esperado personaje mirando por la ventanilla del coche que lo recogió del aeropuerto a aquella casa que no se atrevió a visitar durante todos esos años que estuvo en el extranjero.
Lee Minho tenía una apariencia más varonil y un rostro que se mantenía las venticuatro horas del día con una expresión que podría ser malinterpretada con molestia, o tal vez sólo estaba molesto de tener que dejar su paraíso estudiantil para comenzar con las jornadas de trabajo en los negocios de la familia Lee, y tenía la vaga sensación de haber olvidado algo importante que por algún motivo sentía que lo ponía de mal humor.
Lee Ye-Jin estaba bastante emocionada de recibir a su hijo que incluso llamó a su esposo por sexta vez recordándole que debía llegar rápido a casa o apresurarse si ya estaba en camino. La mujer esperó en la puerta principal sosteniendo a Jisung del brazo mientras él se limitaba a esbozar una gentil sonrisa.
La puerta se abrió y entró el muchacho ansiado, sus ojos oscuros expresaban aburrimiento y su gesto era el mismo de que si hubiese quedado atrapado en un terrible embotellamiento en la carretera antes de llegar a casa. Estaba distraído en cuantas ideas pasaron por su mente que no se dió cuenta de nada hasta que su madre lo abrazó fuertemente dándole la bienvenida a casa, pero sus ojos no se enfocaron en ella, sino en aquella persona elegante y hermosa que le sonrió con dulzura dando la impresión de ser un hada creada por su imaginación, pues él no recordaba que nadie más viviera en su casa a parte de sus padres y la servidumbre, y a suponer por las ropas que vestía esta hada no era parte de la servidumbre.
Sus hermosos ojos negros tenían un brillo suave y gentil, rodeado de un aura delicada que proporcionaba comodidad y su cabello negro que resaltaba contra su blanca piel y camisa, Lee había olvidado que tenía un prometido de nombre Han Jisung hasta que su madre lo aproximó a él recordándole quién era.
- Bienvenido a casa- saludó Jisung sin borrar su gentil y atractiva sonrisa, realmente era como ver un hada o estar ante un joven y agraciado príncipe de alguna dinastía, los ojos de Minho no podían ver nada más hasta que su cabeza cayó en cuenta de la palabra "prometido" que su madre mencionó.
Había durado tan poco la segunda impresión cuando una mujer de cabello rubio que llevaba un vestido de verano color rojo cruzó el umbral de la puerta apegándose al brazo Minho mientras saludaba a la madre y al prometido de su acompañante con una sonrisa gentil.
Ye-Jin estaba un poco sorprendida al ver a aquella muchacha que se apegaba a su hijo, pero se limitó a saludar con cordialidad olvidando preguntar su nombre, y tampoco Minho ni la misma dama lo mencionaron ingresando juntos a la sala.
Una vez luego de aquella impresión los ojos de Minho no volvieron a caer sobre Jisung como si quisiera ignorar completamente su existencia. Han Jisung no expresó ningún cambio, se había preguntado días atrás cómo sería la actitud de aquella persona cuando volvieran a verse otra vez; uno de sus anhelos que duraron segundos había sido el obtener un pequeño trozo de su atención aunque sea para un saludo, pero estaba decidido a esperar siempre lo peor de su parte como todos esos años de escuela, así que no hubo esperanzas que romper aunque sus ojos voltearan una y otra vez hacia la señorita que acompañaba a su prometido apostando consigo mismo de la posición de aquella dama a los ojos de Minho.
Al final Ye-Jin no pudo más al ver a la joven ocupar el asiento misma había dispuesto para Han Jisung al lado del lugar que ocupaba su hijo.
-y... Dime niña, ¿Eres una amiga de la misma facultad que mi hijo?¿ Cómo te llamas?
La joven sonrió con amabilidad acomodando la servilleta en su regazo, pero su respuesta fue interrumpida antes de ser pronunciada por la voz de otro hombre:
- Bienvenido a casa Minho- el hombre elegante que ingresaba al comedor era Lee Tae-pyung, el padre de Minho, que también quedó un poco desconcertado al ver a la señorita que ocupaba el lugar de su yerno en la mesa.
- Hola padre- saludó Minho con amabilidad acompañado de la dama y los otros dos presentes.
-Cariño, llegas a tiempo- saludó Ye-Jin a su esposo depositando un beso sobre su mejilla para luego guiarlo a la mesa-, ven siéntate, Jisung y yo estuvimos la mayor parte del día preparando la cena.
La mesa ya estaba servida exhibiendo los exquisitos platillos y su Lee Tae-pyung tomó su lugar, pero antes de comenzar cualquier otra oración fue al grano con la duda que probablemente tenían todos los presentes.
-¿Quién es ella?
- Ella es Roseanne Park- respondió Minho - mi novia.
Toda la mesa e incluso la servidumbre que aún permanecía en la sala quedó en silencio y alguna que otra mirada cayó sobre el prometido, Jisung tenía una copa de vino en la mano y olfateó con una elegante indiferencia la fragancia del vino como si aquella noticia nunca hubiese llegado a él, porque la decisión no correspondía a él o Lee Minho, y mientras los mayores no cambien de opinión él sigue siendo el prometido de Lee Minho y el prometido de la familia Lee.
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El prometido de la familia Lee/Minsung
FanfictionLa familia Lee tiene mucho poder y dinero. Han Jisung es sólo uno más de la clase media. Lee Minho es el heredero. Han Jisung puede ganarse el cariño y respeto de todos, pero no de su esposo. Entonces a él no le importa, porque al final de cuentas e...