El prometido de la familia Lee/Minsung

Una noche larga

En medio del sofocante silencio, la mirada retadora de Lee Minho hacia su padre y la incomodidad en Roseanne, que la obligó a dejar los cubiertos de lado, descansando sus manos sobre la servilleta en su regazo y torciendo los dedos en un acto de nerviosismo. Lee Tae-pyung sólo podría dar una respuesta:

- Bien, veo que Minho tiene una novia que ama, Han Jisung lamento las molestias, el compromiso está roto, puedes irte a casa. Mientras, brindemos por la nueva pareja. -
Pensar un niño pequeño que trajo a casa la mascota que encontró en la calle y a la cual sus padres no tienen otra alternativa que aceptar; una ilusa característica que Minho no había logrado cambiar hasta su edad actual. Si las cosas fueran tan sencillas hace mucho que se hubiera ido.

Sebastian - llamó Tae-pyung al mayordomo de la casa con un rostro osco y penetrante que no se apartó de su hijo. Esta era la realidad.

Tanto el mayordomo como el resto de la servidumbre que continuaban en el lugar sintieron un escalofrío recorriendo sus cuerpos ante la fría llamada del señor Lee. El mayordomo dió algunos pasos adelante con una expresión estoica en el rostro, preguntando por la orden del señor de la casa.

- Acompaña a la señorita hacia la puerta de salida- ordenó-. Minho se casará pronto, y si la señorita Park tiene algo de dignidad sabrá qué le conviene- añadió sin dirigir la mirada a la joven a quien iban aquellas palabras, tratándola como si fuera algo bastante insignificante que no merece siquiera que le echen un pequeño vistazo.

Sin ceremonias el mayordomo se aproximó a la dama extendiendo su mano para invitarla a pararse y abandonar el comedor a su compañía, a lo que Roseanne accedió sin otra alternativa y sintiendo cómo su orgullo había sido destrozado con aquellas palabras y el desprecio del padre de su novio.

- Si ella se va yo también me voy -reaccionó Minho levantándose de la mesa con brusquedad.

Lee Tae-pyung era un hombre de naturaleza respetuosa y amable que amaba a su esposa y apreciaba a su único hijo, pero el reciente suceso lo molestó tanto que ante la insistencia de su hijo golpeó violentamente la mesa vociferando con dureza una orden:

- ¡Tú te quedas! Cómo te atreves a traer a una mujerzuela a esta casa y deshonrar a tus padres y a tu prometido.

-¡Ella es mi novia!

- ¡Lo que tú tienes es un prometido! Y te advierto Lee Minho que si sales por esa puerta no verás un sólo centavo de ésta familia otra vez - Minho había avanzado un par de pasos a medida que su padre hablaba, pero se detuvo al escuchar la cruda verdad de un niño de segunda generación; él no tenía dinero propio y sólo un par de centavos en efectivo en el bolsillo de sus pantalones.

Como buena y amorosa madre, Ye-Jin quiso intervenir pero fue detenida por la mano que su esposo levantó al verla reaccionar preocupada.

- Lee Minho, sólo voy a repetir una vez, regresa a tu asiento y no retrases más la cena. -

Roseanne Park ya había sido despachada por el mayordomo. Minho se quedó de pie observando el umbral del comedor un poco más de tiempo
antes de voltear furioso hacia la mesa que aún era ocupada por tres personas: su madre, que no había vuelto a tocar la cena y estaba preocupada por el accionar de su hijo; su padre, que había retomado con la comida con una expresión molesta; y aquel culpable de sus problemas, aquella desagradable persona que tomaba los cubiertos con elegancia y disfrutaba de la comida con una actitud completamente indiferente, como si nada hubiese pasado.

Minho maldijo una y otra vez el día en que su abuelo decidió cumplir el compromiso.

Aunque Minho tomó su asiento en la mesa, los alimentos ya no fueron tocados por él y sólo se mantuvo en la mesa expresando todo su enojo con la mirada.