La emoción de poder llegar a ese lugar donde siempre soñaste estar, es grandiosa. Los primeros días es un subidón de adrenalina, todo lo que vives es asombroso, pero, así como llega la felicidad de manera estruendosa: la tristeza por estar lejos de aquellas personas que son tu todo te aplastan hasta el nivel de asfixiarte.
Con todas las responsabilidades que han llegado a mi vida y la han abarcado de manera un poco preocupante, ha empezado a sentirse el vacío de aquella persona que siempre llegaba a mi habitación cuando me sentía frustrado con demasiados trabajos o cuando pasaba demasiado tiempo en mis propias investigaciones.
Cierro los ojos e imagino que puedo sentir cómo acariciaba mi cabello...
—Hijo, deberías descansar. Es muy tarde.
—Es que quiero terminar. —Seguí escribiendo con pasión en la libreta.
Ella salió de mi habitación y yo volví a concentrarme en lo que estaba realizando. Se trataba de una investigación sobre un lugar que acababa de ser descubierto. Estaba emocionado por saber si era una nueva civilización descubierta o alguna de las que ya conocíamos. No tenía los recursos para hacer la investigación necesaria, pero el simple hecho de sentir que podía investigar algo, me hacía feliz.
De un segundo a otro mi madre ingresó con a la habitación con una silla en mano. Estaba forcejeando un poco para llegar hasta mi escritorio, por eso me levanté y se la quite de la mano para que no cargara con ese peso.
—Mamá, ¿qué haces? —Coloqué la silla al lado de la mía.
—Busqué la silla para acompañarte hasta que termines de investigar. —Me mostró una sonrisa.
—No tienes que hacerlo. Mañana debes ir a trabajar.
—Eso no importa. —Me acarició el rostro—. Me gusta ver lo feliz que eres cuando estás haciendo tus investigaciones por eso quiero quedarme a tu lado...
...
Me levanto del escritorio con los ojos a punto de cristalizarse por esos recuerdos y tomo el teléfono mientras camino hasta la cama para sentarme.
—Mamá, te amo y te extraño. —Es lo primero que digo cuando contesta.
Desde que llegué he tratado de no preocuparla, siempre que la llamo me muestro feliz y le cuento con emoción mi día, pero hoy...
—Hijo mío, yo también te amo muchísimo y también te extraño, pero sé que estás disfrutando esa experiencia. Y por eso estoy tranquila aunque estés lejos.
—Lo estoy haciendo... —Cierro los ojos con fuerza.
—Me alegra escuchar eso. ¿Has hablado con Nain? —Cambia de tema fácilmente—. Todos los días pasa por aquí para saludarme y me pregunta por ti.
—Él es todo un dramático. Ja, ja, ja... —Suelto una carcajada—. Literalmente me envía hasta cartas. Si las leyera se reiría mucho...
Hace unos días atrás recibí una carta de Nain, pudo haber llamado, pero no, es un exagerado. En esta me decía que se encuentra bien al igual que mi madre. Sus clases son mejor de lo que esperaba y conoció a muchísimas personas nuevas, además me recordó que siempre seré su único mejor amigo y nadie podrá quitarme ese lugar.
Me siento patético, pero esas palabras lograron tocar un punto sensible en mi corazón, y por un instante, me hicieron desear volver a casa. Sé que pude haber escogido otro lugar para estudiar, uno más cerca a nuestro pueblo, pero yo tomé esta decisión. Escogí Erby y para mí es la decisión correcta.
Al terminar la llamada con mi madre después de lo que pudieron ser horas, me levanto de la cama y decido ir a la oficina del profesor Magnus. Por tener tantas cosas en la cabeza, he olvidado comentarle algo que encontré entre los documentos que nos dio para investigar sobre el hallazgo en Korang.
Camino por los pasillos con las manos en los bolsillos del pantalón y voy silbando con un ritmo que acabo de inventar. Sin darme cuenta ya estoy frente a la puerta de su oficina. Doy dos ligeros golpes mientras espero a que me conteste por unos segundos; pero eso no pasa.
No hay respuesta.
Suelto un suspiro mientras rasco mi cabeza. Supongo que no se encuentra. Tal vez deba venir más tarde.
Estoy dando media vuelta para regresar por donde vine, pero de repente la puerta se abre despacio con un rechinido perturbador y misterioso. Me quedo plantado viendo la puerta entreabierta. Por alguna razón miro en todas las direcciones, pero el pasillo está vacío. No lo pienso ni un segundo e ingreso cerrando la puerta a mi espalda.
El lugar se ve igual a la primera vez que puse un pie dentro. La misma estantería, el mismo escritorio, solo que esta vez no hay papeles a la vista. De hecho, se ve un poco más ordenado.
«No deberías estar aquí». Suena en mi cabeza una voz imaginaria.
No sé por qué hice esto, pero ya estoy aquí. Camino hacia la estantería con una amplia sonrisa.
—Algún día me gustaría tener una oficina como esta —murmuro—. Claro, de un color más sobrio y con más estanterías, si es posible.
Paso los dedos sobre los libros que se ubican en ella. Todos tienen en el lomo sus respectivos títulos: historia civil, mitología, astronomía, historia general... y hay un libro sin nombre. Trato de tomarlo para ver qué contienen sus páginas, pero de repente se escucha un clic y la estantería empieza a moverse hacia la derecha. Mi corazón da un salto y mis pies dan un paso hacia atrás mientras mis ojos se abren como platos.
Mi respiración se corta por unos segundos porque ante mí aparece una pequeña habitación. Doy media vuelta y observo la puerta principal de la oficina. Debería irme, pero... Un pequeño escritorio ubicado a mitad de la locación llama mi atención. Está rodeado de unas paredes de un color marfil al igual que el techo donde se encuentra una lampara de luz amarillenta.
Sé que estoy infringiendo alguna norma, aun así me acerco de manera sigilosa y rápida al escritorio para verlo de cerca. No pierdo tiempo admirando el escritorio que está frente a mí. Ya me siento ansioso. Abro la gaveta inferior sin dudar.
«No deberías tocar eso». Es nuevamente la voz. Decido disipar el sonido de advertencia que retumba en mis oídos.
Logro ver un sobre amarillo en el fondo. No es muy grande y no tiene nada escribo.
«Debes salir de aquí, estás en terreno peligro». Aquella voz insiste. Creo que me estoy volviendo loco.
Estiro mi mano para tomar aquel sobre. Estoy tan cerca... Pero solo llego a rozarlo con la yemas de mis dedos porque escucho unas voces a lo lejos que me recuerdan que, si alguien me pilla aquí, estaré en problemas.
Frunciendo el ceño cierro la gaveta mientras me aseguro de dejar todo como estaba.
¿Qué hay en aquel sobre? Es la nueva interrogante que, estoy seguro, me perseguirá por los siguientes días.
Algo resignado, salgo de la oficina y cierro la puerta soltando un suspiro de alivio por estar a salvo.
—¿Qué haces ahí?
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Hyelu © [Libro 1]
Teen FictionUn lugar mágico, que nadie ha visto, se convierte en el único refugio que tiene Dyunis para escapar de lo difícil que es la vida luego de haber perdido a una de las personas que más ha amado. Las malas experiencias lo lleva a trazar un plan de vida...