Hyelu © [Libro 1]

18

La fiebre me mantuvo con sueños extraños. Veía a Lara. La encontraba después de tanta búsqueda y me explicaba el porqué de su manera de actuar y yo trataba de entenderla, le daba una oportunidad y volvía a hacerme daño, a utilizarme.  Y sé que seguir gastando mis energías pensando en ella me hace daño, pero no logro evitarlo. Y siento que poco a poco yo mismo me estoy destrozando....

También soñé con Elif. Ella era la responsable de que mi vida en el colegio se volviera un asco. Lograba convertirme en la burla de todos, transformarme en un cero a la izquierda, pero luego me sacaba de un gran abismo. Su actitud cambiaba constantemente y me volvía loco. Me demostraba un cariño que nunca nadie me había mostrado, al nivel de hacerme sentir cosas por ella. La quería de verdad y la necesitaba a mi lado. Y aunque decidía alejarme, volvía a su lado. Como si todos los caminos me llevaran, sin importar el recorrido, a ella.

Al descubrir todo lo que mi acompañante hizo por mí mientras estaba bajo los efectos de la fiebre, en mi interior una calidez que no sentía desde hace mucho empezó a surgir.

Esta es la segunda vez que cuida de mí. Desde que le dirigí la palabra en aquellas gradas del colegio, me cerré en un pensamiento de que ella era la culpable. Desde ese momento creí firmemente que la misión de aquella chica era hacerme daño. Sin embargo, luego de todo lo que ha sucedido en estos días, no estoy seguro de nada. ¿Por qué cuida de mí? Nada tiene sentido.

Pensar en la mínima posibilidad de que en realidad ella siente aunque sea un poco de cariño por mí, me hace feliz, pero me recuerdo que hay algo que he aprendido recientemente y es que las personas un día pueden estar contigo y ayudarte, pero al siguiente te traicionan sin una gota de compasión.

No debo dejarme llevar por los sentimientos ni emociones, pero eso es algo que no puedo controlar...

¡Mi cabeza es un caos!

La fiebre causó un gran estrago en mi sistema. Todavía me siento débil. Mi vista se torna borrosa ocasionalmente y siento mareos. Aunque creo que eso tiene que ver con el hecho de que no he comido.

Decidimos salir a buscar algunas bayas para solucionar nuestro problema de falta de comida. Debemos aprovechar ahora que la lluvia ha cesado. Para el tema del frío en el refugio no tengo una solución por el momento, así que, tendremos que inventarnos algo.

Una vez de regreso, nos llenamos el estómago con las bayas y nos sentamos un rato. Al fondo escucho la lluvia volver caer. Al menos pudimos recolectar algo de alimento. Pareciera que este diluvio no tiene fin.

El tiempo sigue corriendo y no se detiene. El frío se concentra en cada rincón hasta llegar al punto de ser insoportable. Froto mis manos y soplo para que al menos se mantengan calientitas por un rato.

Elif está recostada sobre la pared a unos dos pasos de mi ubicación. Por muy tenue que sea el sonido, puedo escuchar cómo castañean sus dientes. Giro ligeramente y veo que su cabeza está gacha mientras frota sus brazos. El único abrigo que teníamos lo perdió en nuestra huida.

Por alguna razón no soporto verla así. Sin poder evitarlo me acerco a su lado y coloco un brazo sobre sus hombros. Al igual que ella necesito calor... Su calor.

—La única manera de mantener el poco calor de nuestros cuerpos es esta —le murmuro.

Pero su reacción me deja helado y por un instante siento que no puedo moverme.

La chica me rodea por la cintura con sus brazos y apoya su cabeza cerca de mi pecho. Es como si hubiera estado esperando mucho por algo así. Mi corazón se acelera y siento mis mejillas arden por el nerviosismo.

La rodeo con mi otro brazo y así acurrucados pasamos la noche. Manteniendo el calor de nuestros cuerpos juntos. Comienzo a acariciar su cabello y me relajo con el compás de su respiración. Es una situación extraña que me llena de paz.