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Elif

Mi corazón se agita por la preocupación al verlo desplomarse.

—Dyunis, por favor despierta.

Acaricio su rostro. Tiene la cara golpeada y de su nariz empieza a brotar un poco de sangre. No sé cómo dejé que todo esto pasara. Con mis dedos le quito con delicadeza la sangre y lo coloco de lado sobre el suelo donde yace.

Mi vista pasa a su brazo y veo que también está lleno de sangre. No tengo nada que me ayude a limpiar esta herida. Ya nos alejamos del arroyo y, por más que quiera, no puedo volver. Mi objetivo en este momento es alejarnos de él todo lo que podamos.

—Yun... Por favor. —Lo muevo por los hombros para que reaccione.

Me da miedo la idea de que Adriel despierte y logre alcanzarnos.

—Lif —su voz es débil, pero ha empezado a moverse.

—Sí, soy yo —Paso mi mano por su mejilla, pero me arrepiento al ver su mueca de dolor—. Necesitamos salir de aquí.

—Tú no eres real —murmura aún con los ojos cerrados—. Yo te vi morir.

—No morí. Mírame.

Inconscientemente levanto la vista hacia el camino por el cual vinimos. El temor me está consumiendo en vida.

Al fin el chico empieza a abrir los ojos de manera pesada. Cuando los abre por completo frunce el ceño y la duda inunda su mirada.

—¿Esto es un sueño?

—No. ¿Puedes seguir?

Lo ayudo a levantarse.

—¿Tú lo sabías? —su voz es más grave de lo normal.

—Sé que tienes muchas preguntas en este momento, pero necesitamos alejarnos. —Vuelvo a mirar hacia atrás—. Te lo ruego, Dyunis.

Me examina con la mirada y toma una bocanada de aire.

—Vamos.

Ambos empezamos a correr en línea recta. No sé cómo he podido correr con el tobillo lastimado. Pero todo esto se ha convertido en una carrera. Nuestra meta es llegar a la meta, pero entre cada paso que damos se siente como si nos alejáramos más y más de nuestro destino.

A nuestro paso trato de recordar cualquier cosa que nos sirva como punto de referencia en el caso de que debamos regresar por aquí. Hay tantos árboles, que se siente como si no avanzáramos o tal vez estamos corriendo en círculos.

No me gusta cuando la desesperación empieza a abrumarme porque todo a mi alrededor comienza a nublarse. Es igual a aquella caída lenta que logró opacar todo el ruido a mi alrededor. Ni siquiera su voz fue capaz de romper aquella sensación. Excepto aquel golpe frío del agua. Juro que sentí que jamás saldría y que mis pulmones no soportarían mucho. Si no salía iba a morir...

—Creo que estamos lo suficientemente lejos. —Me detiene tomándome del brazo—. Necesito que me digas qué es lo que escondes.

—Necesitamos seguir. —El miedo en mi interior se intensifica.

—No. —Me suelta—. No pienso seguirte. Hasta hace unas horas yo rogaba por volver a verte. Por tenerte a mi lado, pero ahora...

Mi plan siempre fue contarle todo antes de que Adriel lograra encontrarlo. Aquel día que lo encontré frente a mi casa, pensé que lograría tener respuestas, pero no fue así. Pensé que yo tenía el control de la situación. Sin embargo, Adriel logró engañarme. Desde que decidí seguirlo, lo hice con un solo pensamiento en mente: Tratar de proteger a Dyunis.

Hyelu © [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora