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«Un sinnúmero de flores de todos los colores. Frutas con diversos tamaños inundan cada uno de los árboles del lugar. Las ruinas que descansan al lado de aquel estanque de agua cristalina son la prueba irrefutable de que ese lugar es real y espera por mí...»

Cierro el libro de historia, guardo en mi mochila una libreta y camino hasta el marco de la puerta de mi habitación.

Llevo una semana tratando de realizar mi proyecto sobre la guerra de Cedet y no se me ocurre nada. No importa las veces que lo intente. A mi mente, últimamente, le llega una vocecilla que me dice con desespero que consiga más información sobre aquel sitio...

Sé que no puedo darme el lujo de tener malas calificaciones en el colegio, como me encuentro en mi último año, debo tener notas excepcionales para conseguir una beca que me permita estudiar en el Erby, un lugar que se dedica a la investigación y descubrimiento de nuevos lugares.

Le doy un último vistazo a mi habitación y, como siempre, todo está desordenado. Muchas veces mi madre me cuestiona por no poner un orden en este lugar. Pero si soy sincero, ni siquiera logro poner en orden mis pensamientos.

Suelto un suspiro y salgo sin volver a mirar atrás.

¿Se imaginan un lugar lleno de vida y magia? La sensación de tranquilidad acariciar tu cuerpo y llenarte de paz. Algo que sabes que no encontrarás en otro lado, sin importar cuánto lo busques...

Son las cuatro de la tarde y me encuentro en la biblioteca Fibert, este es mi lugar favorito en toda la provincia. Está lleno de montañas literarias. Libros de todos los colores, tamaños y temas. Es la definición de magia en todo su esplendor.

Muchas veces nuestras aficiones tienen un punto de inicio. Una situación o persona que desencadena aquella admiración por algo que se vuelve tan vital como el aire para respirar. Por eso debo confesar que no siempre he amado los libros y la investigación como en la actualidad...

...

—Yun, te llevaré a un lugar muy especial. Lleno de magia —comentó papá mientras me daba la mano.

Salimos de casa y recorrimos todo el pueblo hasta llegar frente a una gran edificación.

—Es aquí. —Sus ojos centellaron con anhelo y felicidad.

Yo tenía siete años y no era capaz de creer que existiera un lugar tan grande. Un sitio que parecía haber salido de una película donde la magia reinaba sin fin.

—¡Es increíble! —Al entrar abrí mucho los ojos sin saber qué observar primero—. Papá ¿una sola persona puede leer todos estos libros?

—Claro. Yo ya he leído muchos.

—¡Y yo! —Di unos pequeños brinquitos—. Vendré todos los días a leer. Seré como tú.

—Yo quiero que seas mejor que yo. —Me sonrió—. ¿Qué tal si empiezas desde hoy?

Papá me dejó recorrer todo el lugar por mi cuenta mientras él buscaba algo más.

Por un instante me quedé absorto en un millón de pensamientos. ¿Por qué no me había traído antes a este sitio? Recorrí todo el espacio anonadado hasta que llegué al rincón más oscuro.

Cuando iba a dar la vuelta vi un estante vacío, el único en toda la biblioteca, de no ser por un viejo libro.

—¿Por qué ese libro está tan solito? —me cuestioné con el ceño fruncido.

Me acerqué y lo tomé. Pasé mis pequeñas manos sobre la tapa, dura y un poco corrugada, y procedí a liberarlo del polvo que en él se había formado.

Hyelu © [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora