Elif
La hoguera es nuestra única fuente de luz en este lugar. Las paredes que nos rodean están llenas de un color verdoso como los manglares. A lo lejos escucho el sonido de los animales nocturnos. Es un hermoso sonido arrullador. Me levanto un poco, cuidando de no lastimar más mi tobillo. El dolor remitió, en gran parte, gracias al medicamento.
El chico de cabello castaño y ojos grises se quedó dormido en cuestión de minutos. Hace algunas horas dejé caer el abrigo que tenía debido a nuestro escape de aquel animal, pero gracias al calor del fuego no sentimos frío.
Mi tobillo no es algo que me preocupa en estos momentos porque, por más que duela, sé que estaré bien. Sin embargo, la condición de mi acompañante es algo que me inquita. Me da miedo el hecho que de su herida pueda infectarse por la falta de medicamentos. Además, imagino que debe sentir un dolor horrible, pero se hace le fuerte. La angustia que sentí al ver aquel líquido empapar su pantalón y bajar en gotas rojas y espesas, logró que olvidara mi propio dolor.
Él ya no es el mismo Dyunis que conocí en el colegio, en definitiva. Ahora posee una mirada dura y gentil a la vez. Y tiene algo que provoca que mi corazón se acelere con más rapidez que antes.
Desde que lo vi en la capital debí contarle la verdad. Pero no, no pude. Y sé lo mal que eso está, pero al verlo con esa chica algo dentro de mí se desplomó.
Olvidé por qué fui a los lugares cercanos a su instituto. Ahora la culpa no me deja tranquila. Yo tuve y tengo la posibilidad de contarle todo. Pero sé que él aún no ha superado lo que sucedió hace meses. No importa todo lo que diga, no me creerá.
Me dirijo hacia la salida y poso mis manos en las lianas para correrlas. Solo hay oscuridad. A lo lejos logro ver unos puntos de luces, que parecieran estar bailado en un abismo.
Luciérnagas.
—Lara.
Volteo en dirección a Dyunis. Está hablando dormido. Frunce el ceño por unos segundos antes de relajarse nuevamente.
Lara debe ser la chica con quién lo vi. Amé ver la manera en la que reía y disfrutaba de la vida. Algo que no pudo lograr mientras estábamos en el colegio. Pero me dolió ver el enojo en sus ojos cuando se conectaron con los míos. Aquella chica de cabello rojizo... Como la tomó de la mano... ¿Por qué con ella? Ese tonto pensamiento me atravesó y no me soltó. Quizá fue egoísta ese pequeño sentimiento de molestia por verlo feliz junto a esa chica, pero así me sentí y no pienso negarlo.
Camino hasta acercarme al él y me siento a su lado. No se imagina lo feliz que me hizo verlo de nuevo, aunque para él hubiera sido lo peor de este mundo. Tuve la posibilidad de ingresar a cualquier otra institución, pero ese día recibí la carta de aceptación al instituto Hutcher. Mi ilusión era decirle que estaríamos estudiando muy cerca y podríamos seguir con nuestro plan de excursiones. Varias veces recorrí las calles y los predios del Erby con la esperanza de verlo. A veces lo hacía sola y en otras ocasiones lo hacía en compañía de un amigo. Mi desesperación cuando me enteré no ha hecho más que crecer, pero a su vez la esperanza de solucionar las cosas entre nosotros no muere...
Sin poder evitarlo paso mi mano por aquel cabello y luego sobre su mejilla. Su cabello se ve más negro que castaño. La luz produce que su rostro se bañe de sombras.
No debería estar haciendo esto, pero no lo puedo evitar. Él se remueve en el suelo y quito mi mano con temor a que descubra lo que estoy haciendo. Sin embargo, sigue durmiendo.
Alzo mi vista hacia la pared que se encuentra detrás de él. Veo algunas líneas y eso es curioso. Debido a la gran cantidad de lima que hay no puedo ver gran parte de las líneas. Así que, procedo a pasar mi palma con gran fuerza para limpiarla hasta que logro ver lo que esconde.

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Hyelu © [Libro 1]
Teen FictionUn lugar mágico, que nadie ha visto, se convierte en el único refugio que tiene Dyunis para escapar de lo difícil que es la vida luego de haber perdido a una de las personas que más ha amado. Las malas experiencias lo lleva a trazar un plan de vida...