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Luego de todo lo ocurrido en el recorrido hacia aquella casa abandonada, me he permitido abrirme un poco más con la chica. Puede que no esté nada mal relacionarme con personas en la vida real, en lugar de vivir en una burbuja que yo mismo he creado para ocultarme de todos y de todo.

—Ja, ja, ja... —Escucho aquella risa resonar por toda la cafetería.

Dirijo mi mirada hacia aquel sonido que se ha vuelto parte de mi día a día. Viene corriendo mientas esquiva a todos a su paso.

—Hola. —Jadea mientras se acomoda a mi lado.

—¿Cómo estás?

—Bien ahora que te tengo a mi lado.

Siento que me sonrojo y mi corazón da un salto repentino. Por eso decido tomar una bocanada de aire para tener el valor de volver a mirarla a los ojos.

—Emm... ¿Tu investigación va bien? —Me he dado cuenta de que lo mejor que puedo hacer en este tipo de situación es cambiar de tema.

Ciertamente estoy tratando de ser más sociable con ella, pero hay momentos en los que pienso en echarme para atrás y volver a lo mismo de antes. Sin embargo, me he dado cuenta de que realmente me está gustando el cambio que está teniendo mi vida.

Todos los fines de semanas salgo con mis amigos. Cuando estamos juntos hablamos de todo un poco y cuando mi batería social amenaza con agotarse ellos logran integrarme.

Elif ha logrado adaptarse tan rápido a mis rarezas, que se siente como si fuéramos amigos desde siempre.

Unos días después de aquella travesía, decidí contarle a Nain lo que aconteció y su reacción fue todo un espectáculo.

—Que tú ¿qué? —abrió tanto los ojos que me espantó.

Me rasqué la nuca con la vergüenza hasta la coronilla.

—¿Fue estúpido lo que hice? Sí, lo sé. —Ni siquiera traté de excusarme—. Ya sabes cómo me pongo cuando siento que puedo estar ante alguna aventura.

Me fulminó con la mirada unos segundos antes de soltar aire y relajarse.

—Si Elif quiso ir fue porque realmente quería estar contigo...

—¿Por qué lo dices?

—Porque ella tiende a ser directa. Si quiere hacer algo, lo hará sin importar lo que le digan, o al contario. Además, ella no decidió escogerte como amigo por casualidad o solo por ser amable...

—¡Ay, por favor!

...

Todas las noches me quedo en vela tratando de descifrar algo interesante con aquel pedazo de mapa, pero es en vano. No me muestra un punto de inicio. Es como si se tratara de la parte del medio. Solo hay montañas y una línea serpenteando que parece un río.

La frustración de saber que no tengo a quien más acudir en busca de respuestas es agotadora. La única persona que podría ayudarme no podrá hacerlo.

Unos días después de haber regresado de la travesía fui a ver al señor Greco porque todo lo que me dijo resultó ser cierto. Así que, con el pedazo de mapa en mano, llegué frente a su casa; sin embargo, encontré todo cerrado.

Pregunté a los vecinos por él, pero desafortunadamente nadie sabía nada, ni siquiera lo habían visto salir. Era como si se lo hubiese tragado la tierra.

Unas de las pocas secuelas que me ha afectado grandemente después de haber tomado la decisión que me llevó a aquella casa, han sido los inevitables temores y pensamientos que consumen mis energías.

Hyelu © [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora