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Pelaje oscuro con las puntas blanca, parecido a las canas. Garras largas y un rostro muy serio. Es un oso Gris. Por un instante todo se congela a nuestro alrededor, no escucho a Elif, solo somos aquel oso y yo. Nuestras miradas se conectan mientras mi cerebro trabaja a toda prisa.

Por lo general, son omnívoros y setenta y cinco de los alimentos que comen son de origen vegetal, como frutas, raíces y hierbas. Sin embargo, existen algunos que comen pescado, pequeños mamíferos como roedores e incluso se alimentan de presas más grandes como alces y alces.

—Lif —hablo entre dientes—, camina de espacio y no hagas ruido.

—Bien.

Comienzo a retroceder en cámara lenta porque debo evitar que se sienta amenazado. El animal no se mueve, solo nos mira con atención. Puede que ya estemos a una distancia razonable, pero entre más distancia haya entre nosotros mejor.

No sé cómo me he mantenido sereno en esta situación. Tal vez logremos salir bien librados si seguimos as... Un golpe sordo junto a un quejido.

Giro rápidamente la cabeza y veo a Elif tendido en el suelo y con mueca de dolor.

—Levántate. Debemos salir de aquí. —Le extiendo mi mano para que la utilice como apoyo y logre ponerse de pie.

—No. —Con una mano se toca el tobillo.

—¿Qué pasó?

El sonido del rugido del oso vuelve a ponerme alerta.

—Es mi tobillo, no creo poder seguir.

La miro a los ojos y sé lo que intenta decir.

—No pienso irme de aquí sin ti. —La tomo del brazo para levantarla.

Paso mi brazo por su cintura y ella se apoya a mi hombro y avanzamos. Escuchamos los pasos del oso más cerca. Y sé que no podremos librarnos de él por más tiempo.

Elevo la mirada y frente a nosotros hay un gran árbol que cuenta con mucha ramas que nos servirán para poder escalar.

Los osos gris, a diferencia del negro, no son buenos trepadores, solo los oseznos pueden lograr eso.

—Debemos subir.

Ayudo a la chica a subir y le digo que trate de ir lo más alto que pueda.

El oso nos alcanza y no está nada contento, se encuentra a unos pocos metros de distancia. De repente se eleva en dos patas y su tamaño es el doble al mío. Este animal fácilmente podrá comerme. Ni siquiera me servirá la navaja, no tengo la posibilidad de salir con vida si me enfrento a ese animal. Pero debo esperar que Elif este a buena altura para seguirle los pasos, y con su tobillo lastimado le tomará tiempo.

—¡Dyunis, sube! —escucho su grito cuando está llegando a la mitad el árbol.

—¡No! —Vuelvo a mirar a aquel animal—. Necesito que subas un poco más. Lif no te detengas.

Cuando empieza a acercase más, decido que es el momento de subir al árbol. Nunca me había visto en la necesidad de escalar nada, pero la circunstancia me hace capaz de apoyarme de rama en rama para escalar. Soy un poco torpe, pero eso no me detiene. Solo he podido escalar un metro y medio cuando animal logra rasguñar parte de mi pantorrilla al tratar de alcanzarme y un ardor me recorre la parte baja de la pierna.

—¡Ah! —Mi grito es fuerte y está lleno de dolor, pero no me detengo.

—¡Yun!

—Sigue. —Mi respiración es acelerada por todo lo que está sucediendo, pero necesito seguir subiendo, entre más alto estemos, mejor.

Hyelu © [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora