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Este siempre había sido mi sueño: encontrar Hyelu. Ver en carne viva todo lo que leí en ese libro desde que era pequeño. Y recordar aquella leyenda mientras recorría el lugar que se convirtió en mi refugio por muchos años. Abandoné muchas cosas por este sueño: mi estudios, el grupo de investigación del profesor Magnus... ¿Y todo para qué?

No tengo un mapa que me ayude a seguir. Emprendí un recorrido con mucha ilusión, pero terminé perdiendo muchas cosas. Perdí mi amistad con Lara, perdí mi juicio, perdí la compasión que tenía por las personas y, sobre todo, me perdí a mi mismo y a mis ideales.

Ambos retomamos la marcha sin decir ni una sola palabra. Ni siquiera sabemos a dónde vamos. Solo movemos los pies por inercia. No tengo mapa. No tengo una persona que me guíe por el camino correcto. Prácticamente estamos perdidos.

—Perdón —digo después de un buen rato de camino.

—¿Por qué?

—Por todo lo que has pasado por mi culpa. Por no haberte creído. Por ponerte en peligro... —Suspiro—. Perdón por todo.

Me siento muy culpable por mi forma de actuar con ella.

—No tienes que pedirme perdón por nada, pero aceptaré tus disculpas solo si prometes no volver a hacerme algo así, porque te juro que me volvería loca si vuelves a alejarme de tu lado.

Escuchar aquellas palabras me hacen bien y se lo hago saber.

Unos minutos después llegamos, muy cansados, a un terreno baldío, excepto por un árbol de una gran longitud de altura. No hay señal de vida por los alrededores. Así que, ambos nos sentamos a las falda del árbol, encima de sus raíces. Agostados por todo lo que ha pasado me sacudo el cabello y bajo la vista. Escucho a la chica exhalar y extiende sus manos para cunar mi rostro

—Dyunis, es verdad cuando te digo que te quiero.

No le doy una respuesta y me limito a sonreír porque sé que es cierto. Me lo ha demostrado desde que la volví a ver. Ella podía, debía, olvidarme y sacarme de su vida, así como yo lo intenté, pero no lo hizo. Se quedó a mi lado y no se separó, siempre se preocupó por mí.

Todavía con sus manos en mi rostro me acerco lentamente hasta que nuestras caras están a unos pocos centímetros de distancia. Me deleito con sus ojos verdes. Esos ojos que veía en todos lados...

Antes de que yo puedo actuar, la chica presiona sus labios sobre los míos de manera delicada, pero los retira de inmediato. Veo sus mejillas tomar un color rojo intenso. Cuando está a punto de decir algo coloco mi mano en su cuello y le devuelvo el beso. Lento y lleno de muchos sentimientos. Todos los que han surgido desde que la conocí. A mi mente regresa su risa, sus voz, sus forma de ver las cosa, todo.

A diferencia del beso que me dio hace poco, me permito demorarme en su labios como si tuviera todo el tiempo de mundo. Porque desde hace días todo en mi vida ha ido en una carrera sin pausa. Hasta ahora.

Nos separamos unos segundos después y lo primero que veo es su sonrisa.

—Yo también te quiero. —Le susurro porque ya no tiene sentido ocultarlo.

Mi mano baja por su cuello y llega hasta aquel collar que jamás se quita. Con el dije en forma rectangular y la frase escrita en él.

—¿Qué significa? —Le pregunto mientras paso mi pulgar sobre aquellas letras.

—Huizache ir atbilde. Está escrito en letón, es un idioma antiguo. Significa: El Huizache es la respuesta. —Coloca su mano sobre la mía antes de continuar—. Tu padre me lo obsequió...

—¿Qué mi padre qué?

Retiro mi mano desconcertado. Esto no es posible, no tiene sentido.

—No quiero ocultarte nada. Eso era lo que trataba de decirte. Yo conocí a tu padre y a ti cuando era niña. Sé que no me recuerdas, pero...

Hyelu © [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora