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-Bienvenidos a la gran final de esta competencia que nos llevo un mes. Como pueden ver estamos en un lugar mucho más grande, nuestros competidores terminaran sus piezas en vivos y la presentaran. Pedimos a los participantes que tomen sus puestos-

-Fuera nervios- le susurre a Michael mientras entrabamos

Varias cámaras fueron hacia nosotros.

-Esta noche tenemos el centro lleno de visitantes apoyando a cada uno de los competidores-

Mire al publico, pero no la veía.

-Me dijo que estaría aquí- susurre un poco dolido

-Eso mismo me dijo Elisa-

-Competidores iniciemos con sus trabajo- Sonó la campana para dar inicio a todo

Michael se sentó un poco alejado de mi para hacer su trabajo.

Frente a mi tenía mis tres collares vacíos.

-Iniciemos- susurre cerrando mis puños.

Sentía como mis manos temblaban.

En una bolsa de terciopelo tenía mis diamantes los cuales saque

Estos eran pequeños.

Tome un utensilio que era como una lupa para poder trabajar con precisión.

Con una pinza comencé a colocar los diamantes uno a uno mientras los aseguraba.

El lugar estaba lleno de silencio, tanto era así que se escuchaban solo los motores de los aires acondicionados del lugar.

Quería que ella estuviera aquí apoyándome.

Quería saber que se sentía orgullosa de mi.

Solo la quería a ella entre tantas personas que estaban presentes.

-Carajos- susurre cuando el diamante número 55 no entraba en su lugar.

-No puede ser- empecé a temblar.

-¿Qué ocurre?- mire a Michael

-Tiene el tamaño incorrecto del diamante- mi mente estaba en blanco

-Tranquilo inténtalo con otro collar- negué

-Los asegure ya- no quería gritar

Mi corazón latía muy deprisa mientras sudaba a la misma vez.

-No los asegures hasta que no sepas que todos los diamantes son del tamaño correcto. Sácalos y vuelve a iniciar, tu puedes- asentí

Cerré mis ojos tratando de calmar mis emociones.

Quería gritar, llorar y reírme.

Era como una mezcla de muchos sentimientos.

Estaba haciendo errores tan tontos que parecía nuevo en esta industria.

-¡Vamos Alejandro!- escuche su voz

Alcé mi mirada y ahí la vi.

En la penúltima fila alzando su mano.

No pude evitar sonreír.

Ahí estaba mi reina apoyándome.

Quería besarla en estos momentos y no me aguantaría.

Salí corriendo de mi puesto para ir hasta donde ella.

-Lo siento- me disculpe varias veces con las personas a las cuales pise para llegar hasta su lugar

Mi Diamante PreciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora