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Esa noche...

No paso nada, Miguel se la paso jodiendo por el teléfono.

Fue imposible hacer algo con el hablando a cada minuto a mi celular.

-Aquí tienes las piezas de ayer- le di el maletín mientras el me pasaba uno vacío

-Perfecto, mira que estamos un poco atrasado con las piezas-

-¿Qué pasa con los otros diseñadores?-

-Dicen no tener inspiración porque están en semana de exámenes- subió sus hombros

-Los entiendo porque pase por eso, pero aprieta un poco Miguel, aquí no están para jugar- golpee suavemente su mejilla

-Claro tu tienes el aura del jefe toca bolas y a mi me toca siempre arreglar las mierdas que haces- lo mire serio

-No te gusta-

-Puedes irte, pero como eres mi mejor amigo y socio seguirás a mi lado. Ahora haz lo que te pedí, no puedo diseñar yo solo tantas campañas- salí de su oficina

Ya había realizado las piezas de esta campaña ahora quedaba diseñar lo que seria para parejas.

Irónico.

-Señor Lombardo- mi secretaria me siguió a mi oficina

Pero no tenía que decir mucho.

-¿Qué carajos haces acá?-

Me importaba una mierda que mi secretaria estuviera dentro de la oficina

-Necesito que aclaremos lo que paso- sonreí

-Puedes irte- mire a mi secretaria

Me senté en mi sofá esperando que hablara.

¿Curiosidad?

Mucha

Quiero que me aclare toda la mierda.

-¿Desde cuando?-

Al parecer mi pregunta le sorprendió

Ella camino hasta mi lado y se sentó muy cerca.

-Rebecca mantén la puta distancia- no quería gritarle en estos momentos

Me senté en el sofá de una persona.

-Ahora dime ¿desde cuando?-

-Desde el día uno- reí para no matarla

-¿Desde el inicio?- ella asintió

-¿Dinero?- volvió a asentir

-Hice una apuesta con mis amigos de la universidad que te enamoraría. Ellos sabían que eras el millonario que hacía joyerías y busque la forma de acercarme a ti-

-Pero las cosas se me salieron de control porque tú me trataste muy distinto. Esta semana me di cuenta de que me enamoré profundamente de tí. Odio el pensar que estas con otra-

-Los celos me mata Alejandro-

-¿Cuánto?-

Ella con sus dedos hizo un dos.

-¿$20,000?- negó

-$2,000 dólares- susurró bajito

-Eso te lo podía haber dado yo en un solo día- bufe

-No te quise dejar plantado, realmente quería casarme contigo- tomo mi mano

-¿Me perdonas amorcito?- ella se sentó en mis piernas

-Verdad que me perdonas- beso mi cuello

-Mañana podemos casarnos si quieres- reí

En ese momento justo entro Chloe.

Mi Diamante PreciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora