CONDICIONAMIENTO

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Aunque los rayos del sol iluminaron el cuarto que era de Izuku, aún así el elfo no se sentía con ganas de pararse de la cama. El haber vomitado tanto la noche anterior le dejo muy adolorido el estómago, además de esa agua que al parecer no lo era por lo horrible que sabía.

Pero al escuchar la puerta de su habitación ser abierta y de ahí entrar Katsuki con una bandeja de comida en las manos, lo hizo sentarse en la cama mientras veía como su esposo coloco esa charola sobre sus piernas.

— Que bueno que ya despertaste, te traje fruta fresca ya lavada y cortada en cubitos con jugo de naranja —. Izuku vio el tenedor que había al lado del plato de fruta y sin tardar tanto lo agarro y con este pincho un pedazo de fruta blanca con bordes verdes, no sabía que era pero no se veía tan mal.

Al llevarla a su boca y empezar a masticar, el sabor que le inundó el paladar fue tan agrio y asqueroso que sin poder evitarlo su boca estaba por escupirlo, pero al ver que su esposo lo miraba muy atento, solo pudo tragar con tanta dificultad que casi llora por el esfuerzo.

— Te elegí la mejor fruta que encontré, para que no te duela el estómago, lo digo por  —. El rubio hizo una pausa antes de desviar el rostro al sentirse una basura por lo que pasó la noche anterior, algo por lo que aún no se perdonaba — Y lamento todo lo que pasó ayer con lo de la liebre, te hice ver algo realmente repulsivo. ¡Lo siento en serio, deku! —.

Cuando el elfo vio que su esposo dragón estaba con una expresión realmente afligida mientras hacía una reverencia, no dudo en tocar suavemente su mejilla para hacer que Katsuki levantará la cabeza, algo que logro.

— Debería ser yo quien me disculpé, Kacchan. Mi forma de actuar de ayer fue muy dramática, es cierto que nosotros no comemos carne pero los dragones si y pensar solo en mi y no en tus necesidades, me hace darme cuenta cuan egoísta soy y lo mal esposo que estoy siendo —.

Katsuki lo miro con dulzura antes de revolverle sus cabellos verdes de manera cariñosa.

— Aún somos nuevos en esto de ser esposos, deku. Vayamos aprendiendo despacio y con calma, ¿Está bien? —. Izuku asintió mientras regresaba su vista al plato de fruta y veía la variedad que había, viendo de reojo que su esposo no le quitaba la vista de encima. — Prueba las fresas, están maduras y muy dulces  —. Dijo antes de agarrar una pequeña frutilla y comerla frente a el elfo.

Izuku pincho la fruta que Katsuki le señalo que era la fresa, roja, pequeña, tenía un olor "raro" pero se veía en buen estado, así que sin perder tiempo la dirigió a su boca y mordió.

En su clan existían las fresas, pero estás eran de tono dorado, pequeñitas y muy olorosas, tanto que con solo verlas ya se te hacía agua la boca.

Pero esas fresas que Katsuki le dió no sabían para nada bien, amargaban demasiado aún cuando el dragón le dijo que estaban maduras.

El tragar ya le daba pavor más que nada porque su estómago no soportaba tener algo que le sentaba mal, pero no podía insultar el desayuno que su esposo le había preparado y menos cuando los dedos de Katsuki estaban cubiertos con varios curitas. Unos que el rubio intento ocultar al ver que Izuku lo descubrió.

— La verdad es que es la primera vez que hago un desayuno así — susurró apenado al ver que la "delicadeza" no estaba en su diario vivir y menos si tenía que picar fruta que fácilmente se aplastaba.

Con esas simples palabras, Izuku se comió todo lo del plato y bebió todo el jugo de naranja con rapidez, sin hacer ningún gesto de repulsión.

— Estuvo delicioso — dijo con la mejor sonrisa que pudo hacer en ese momento, luchando internamente para que su estómago no rugiera ni expulsará toda la fruta que acababa de consumir.

— Me alegro — la sonrisa de Katsuki hizo que el elfo sonriera de versad ante lo dulce que su esposo podía ser. Pero ese ambiente que se había creado, se rompió cuando la puerta de la casa fue tocada. — Puedes descansar deku, yo iré a ver quién es —. Con esas palabras, Katsuki recogió la bandeja con trastes sucios y se fue, dejando a Izuku solo en la habitación.

Quien al ver cómo la puerta de su cuarto fue cerrada, no dudo en levantarse de la cama y correr a vomitar al baño todo lo que había apenas ingerido.

Y una vez más, los dolores, los calambres, el esfuerzo que hacía su estómago para sacar lo que no le había caído bien, lo expulsó sin piedad para Izuku.

El elfo no levantaba la cabeza del retrete, si alguien lo viera en ese estado, con los ojos llorosos y expulsando un poco de fruta picada con jugo de naranja, dirían que es un exagerado de lo peor.

Pero es que nadie podía imaginarse que él, siendo el único hijo del rey Elfico, al gozar de las mejores comodidades, también lo hacía con la comida.

Él solo bebía agua del rocío de las estrellas, una tan cristalina y pura que curaba cualquier dolor, enfermedad o males. Además devoraba las mejores frutas como las fresas doradas, manzanas aceradas, y aunque sonaban duras y raras, eran super suaves y jugosas. Su paladar era fino a más no poder y no estaba preparado ni acostumbrado para comer frutas tan simples ni corrientes.

Por eso el elfo sabía que debía pedirle a su padre que le mandara semillas de su huerto para poder cultivar en el jardín y no sufrir más de esos tormentos llamados fruta.

Cuando sintió que su estómago ya no devolvería nada más, se levantó del suelo y fue a lavarse la boca con esa disque agua. No la tragaria, al menos no por decisión propia ni cuando acababa de vomitar tanto.

Inhaló hondo y salió de la habitación, pero ni bien entro a su cuarto, Katsuki tocó la puerta.

— Oye Izuku, la madrina está en la cocina, pide verte —.

¿La madrina? Pensó Izuku un tanto feliz de saber que era buena suerte que la mujer lo fuera a ver, así él le daría la lista de lo que necesitaba para que su padre le enviará cuánto antes sus cosas.

—¡Ya voy! — dijo feliz al quitarse la ropa que portó todo el día de ayer y en la noche, para ir al ropero y buscar una playera blanca de mangas cortas y un pantalón azul marino.

Intento peinar sus largos cabellos lo mejor que pudo, pero al no tener sus aceites de extractos de bayas, le fue imposible.

Derrotado por ahora solo se hizo un recogido en forma de chongo, salió de su cuarto y bajo las escaleras con cuidado de no resbalarse. Viendo que su madrina estaba tomando algo en una taza que quizás Katsuki le ofreció.

— Buenos días, señora madrina —. La mujer giro la cabeza hacia la izquierda y casi escupe su té al ver al elfo. Uno que no parecía un príncipe, sino un simple y corriente pueblerino, uno lindo y nada más.

—Buenos días — dijo después de darse cuenta que su forma de actuar estaba siendo grosera para con el elfo y el esposo de este.

— Bueno deku, yo me voy a la escuela —. Fue en ese momento que Izuku se percató que su esposo tenía la misma ropa como cuando lo conoció, entendiendo que ese era el uniforme escolar.

— Que tengas buen día, Kacchan — el mencionado asintió y con mochila en hombro se dirigió a la salida de la casa, pero la voz de la madrina lo detuvo.

—Recuerda lo que te dije, joven príncipe —. Katsuki asintió pero a Izuku le provocó dudas.

—¿De que habla, Kacchan? —. El rubio soltó un gran suspiro antes de decir.

— Tengo prohibido hablar sobre con quién me casé y toda esa mierda —.

— Así es, al ser todos jóvenes y porque nadie se casó por amor, se cuida que se hable de más y así evitar algún conflicto creado por la curiosidad de algún otro príncipe respecto a una esposa ajena —. Aclaro la mujer antes de darle otro sorbo a su taza de té.

Entonces por la mente de Izuku le paso las palabras que le dijo Kacchan el día que lo desposo.

"Si algún mocoso con cero nivel hormonal te ve, cuando le toque despostar a su futura reina, no lo hará porque se habrá encaprichado contigo, eso llevaría a futuras guerras entre clanes".

— Entonces deku, nos vemos en la tarde — y con ese adiós, el rubio salió de la casa dejando a su madrina y a Izuku solos.
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ENCUENTRO FORZADO....FUTURO INESPERADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora