UNA PROBADITA

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El timbre sonó anunciando el inicio de un nuevo ciclo escolar, Katsuki, Shoto y Kirishima estaban un poco nerviosos al no saber que clases de cosas los harían hacer en ese recién nuevo año escolar.

Por eso cuando la puerta fue abierta y de ahí entrar un hombre de cabello azabache y expresión de querer morirse los hizo ponerse aún más tensos.

— Buenos días, mi nombre es Aizawa Shouta y seré su maestro. Este año veremos tácticas de comercio y como lograr alianzas entre los diferentes clanes para mayor crecimiento y productividad entre sus pueblos —. El azabache al ver a sus tres alumnos todos callados y sin expresión alguna le dió cierto alivio, al menos ese año no tendría que aguantar a mocosos gritones. — ¿Saben para que es esta clase? — pregunto al ver que los tres no dejaban de verlo, poniéndolo de cierta manera un tanto nervioso.

— En unos años seremos coronados reyes de nuestros respectivos clanes, y nuestro trabajo será velar por la seguridad y prosperidad de nuestros pueblos, por eso es que debemos aprender a ser audaces a la hora de comercializar nuestros productos o encontrar socios para mayor crecimiento  a futuro y así conseguir también amigos o aliados —. Había explicado Kirishima muy feliz de ver qué dejo al maestro sorprendido.

— Entonces entienden la gran responsabilidad que eso conlleva — al ver que los tres alumnos asintieron, fue hasta el pizarrón y empezó a escribir — Lo primero que deben saber son los puntos fuertes que posee su clan, por ejemplo si su caza es buena o que clase de vegetación crece por sus tierras, algunos otros clanes o pueblos aún buscan pieles o plantas y ahí es donde ustedes pueden aprovecharse para poder comercializar sus productos —.

Katsuki solo apuntaba palabras claves, Shoto miraba todo con un poco de aburrimiento al saber ya todo eso, gracias a las clases que le impartía un tutor privado que su padre le contrato cuando vivía en el clan vampirico. Kirishima era el único que escribía casi todo lo que el maestro decía o escribía para que no se le olvidará en el futuro.

Fue así que pasó toda una hora en dónde el maestro Aizawa explicaba las trampas que debían evitar cuando negociaran un producto o las ventajas que tendrían del pueblo si lograban hacerlos clientes.

Por eso es que al sonar la campana anunciando que terminó la primera clase del día, los tres jóvenes quedaron sorprendidos de ver qué rápido paso el tiempo.

— Eso es todo por hoy, para mañana quiero que me expliquen cuáles son los puntos fuertes de su clan y sus debilidades y a quienes considerarían buenas opciones para ser aliados en el futuro —. Con esas últimas palabras, Aizawa salió del salón dejando a los tres jóvenes anotando lo que sería la tarea.

—¿A dónde vamos ahora? — pregunto Shoto al ver que olvido su horario de clases.

— No se ustedes, pero yo tengo clases con mi madrina — expreso Katsuki al colgarse su mochila ya con todo guardado y caminar a la salida del salón.

—¿Qué? ¡No, espera! — pidió Kirishima alarmado al ver que su amigo rubio ya había salido del salón. Por eso botó todo lo que tenía en su pupitre a su mochila sin cuidado alguno y corrió en un intento de alcanzar a su amigo, pero Katsuki ya se había ido. —¡Vamos Baku-bro! — grito un tanto decepcionado de haber perdido la oportunidad de preguntarle quién le tocó como esposa.

— Recuerda que está prohibido hablar de las esposas  —. Dijo Shoto al ver los lagrimones falsos que su amigo pelirrojo mostraba.

— Oh vamos Shoto, ¿Acaso no te da curiosidad saber que clase de mujer le tocó? A mí sí la verdad —. El bicolor empezó a caminar al lado de su amigo mientras pensaba en lo que este había dicho.

— Con el carácter que se carga, lo más seguro es que la mujer sea una masoquista, solo así lo aguantaría —. Lo que dijo Shoto, hizo que Kirishima se riera con fuerza al imaginar eso.

— Entonces pobre mujer —. Susurró Kirishima al no saber que más decir, terminando esa charla.
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En otro lado se había escuchado un estornudo, uno que provenía de un pecoso que para ese momento estaba sudando tanto que las gotas de sudor resbalaban por toda su cara y se perdían en el cuello.

— Es todo por hoy, joven príncipe — las palabras que dijo la madrina fueron lo mejor que Izuku había escuchado en su vida.

Así que dejó la pala que tenía para escarbar el cuadro que había echo y salió sin dificultad de este, ya que su hoyo no estaba nada profundo, pero que aún así se había cansado porque la tierra estaba dura y tenía bastante piedra.

— Vaya a refrescarse príncipe, porque en dos horas irá a su primer clase — le recordó 13 al elfo, quien no queriendo solo asintió con sumo fastidio.

—¿A dónde va? — pregunto el pecoso al notar que su madrina caminaba lejos de él.

— Hoy tengo dos horas de clase con el príncipe Bakugou, así que nos vemos mañana —. Izuku al ver que madrina se iba, hizo reverencia y agradeció su ayuda.

Pero al alzar la cabeza y no ver a la mujer, soltó un suspiro de alivio al sentir que un poco de descanso lo invadía al fin, mientras miraba sus lastimadas manos. Unas que estaban rojas y con leves ampollas.

El ocupar la pala por primera vez y en un lugar donde estaba realmente duro, lo canso, sumando de paso que había un sol tan abrazador que casi lo desmaya por estar bajo este sin la protección de un sombrero o lona que lo cubriera. Es cierto que los elfos se bañaban con los rayos del sol, pero eran los primeros del amanecer, no aquellos que estaban en su maximo explendor, porque estos no lo nutrian sino lo deshidrataban.

Pero ya había acabado, por ahora claro, así que al sentir como su estómago rugía de hambre, entro a su casa y fue a lavarse las manos para preparar algo que comer.

Lastimosamente solo había fruta de la que Katsuki le preparo su ensalada en la mañana. Pero aunque sabía que consumir eso era un golpe a su estómago, sujeto una manzana y la miro detenidamente.

Era roja, estaba grande y se veía jugosa, pero quizás el sabor no era de su agrado, por eso con el pulso tembloroso, dirigió la fruta a sus labios y la mordió con suavidad. El sabor ya lo conocía pero aún así su estómago se rehusó a aceptarlo, por lo que solo dejo la manzana ya mordida en la mesa y trago el pedacito de trozo que tenía en la boca.

Inhalo lo mejor que pudo en un intento de no vomitar, y camino a las escaleras, ese día tenía otra clase y no podía llegar tarde.

Pero al entrar a su baño, recordó que él no tenía agua caliente, toda era fría y que Katsuki no estaba para poder calentarla. Así que resignado más que nada, dejo que el agua fría llenará su bañera mientras él se despojaba de la ropa sucia, una que dejó en un sesto que estaba en el baño. Porque si, recordó que ahí no había servidumbre que recogiera lo que él tiraba.

Miro sus manos, aquellas que hace nada estaban limpias y con las uñas pulcra mente bien cortadas, ahora se veían quebradas y llenas de tierra por el trabajo que hizo. Inhaló hondo antes de regresar su mirada al chorro de agua fría y caminar hasta ella.

Al tocar con la mano el agua, sintió un escalofrío en todo su cuerpo al saber que seguía. Así que aguantando la respiración, entro de golpe a la bañera y se sentó, dejando que el agua le cubriera el cuerpo.

Quiso salirse al sentir que doloroso era bañarse con esa fría temperatura del agua, pero no había de otra, no quería ir a clases apestando a sudor.

Además al ser elfo, él podía curarse con el agua, así que cerró los ojos y se relajó lo mejor que pudo mientras cantaba una suave melodía, una que entre más avanzaba la letra, hacía que el agua empezara a brillar de una manera mágica y se moviera por todo el cuerpo del elfo curando todas las heridas que este tenía.

— Que ganó con todo esto — susurro al mirar como sus manos poco a poco recuperaban su suavidad y limpieza gracias al agua, mientras intentaba comprender porque debía ser sometido a tal trabajo duro y a esa vida tan difícil de soportar.

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ENCUENTRO FORZADO....FUTURO INESPERADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora