Enamorada de un endemoniado mayordomo.

Capítulo 40.

Abrí los ojos repentinamente, los rayos del sol iluminaban la habitación casi por completo y me notaba más que confundido ¿desde cuándo un demonio como yo tiene pesadillas? la había visto a ella, sufriendo, desprotegida y yo... aquella imagen no podía salir de mi mente, me levanté de la cama un poco desorientado.

—Sebastian... por favor... sácame de aquí, sálvame. —Su voz tan débil, desesperada y cansada me hacía sentir de nuevo aquella impotencia, ese sentimiento de remordimiento que desde hace días que no me dejaba en paz, tenía que encontrarla a como dé lugar y volverla estrechar entre mis brazos —. ¡Sebastian, no me abandones! —No pude permanecer de pie, luego de escuchar su voz como si se encontrara demasiado cerca, me sentí débil cayendo de rodillas al suelo y sintiendo como algo ejercía presión en el corazón.

No entendía lo que me estaba ocurriendo, la presión no desaparecía, me era extraño sentir esto, era un dolor sofocante y punzante, los humanos lo podían interpretar como un infarto, sin embargo, este no era el caso, llevé mi mano derecha a mi pecho y mi respiración se hacía difícil y cortada.

—Joven Sebastian, el joven Ciel quiere hablar con usted en este momento. —Del otro lado de la puerta escuché la voz de James —. ¿Joven Sebastian? —James abrió la puerta de la habitación rápidamente al no obtener una respuesta por parte mía —. ¿Se encuentra bien? está sudando frío. —Posó una de sus manos en mi frente, con su ayuda pude levantarme, sin embargo, mis piernas habían perdido fuerza y mi vista se hacía borrosa —. Tengo que llamar a un médico.

—No... —pude articular apenas aquella palabra.

—¡James! ¿qué sucede...? —Entró Ciel acompañado de Undertaker, con ayuda de James me mantenía de pie, pero perdí el conocimiento.

***

Corrieron a auxiliarlo, Ciel no creía lo que acababa de ver con sus propios ojos, Sebastian se había desmayado enfrente de ellos y notó una palidez extrema en él, algo que lo extrañó por completo. Entre los tres llevaron a Sebastian hacia su cama recostándolo con cuidado, Undertaker comenzó a revisarlo y al momento de posicionar una de sus manos en la frente se percató que el demonio tenía fiebre.

—Undertaker, ¿qué le pasa a Sebastian? —preguntó Ciel al ver como la expresión del shinigami cambiaba radicalmente.

—Sebastian presenta fiebre... y yo sé la causa... —respondió sin apartar la mirada del demonio, el joven no supo qué decir, se preguntaba si era posible que un demonio pudiera enfermar sin ninguna razón, pues se sabía que a ellos nada les puede causar daño —. Hace un tiempo, la secta que se encontraba detrás de la señorita... atacó esta mansión cuando la condesa se encontraba en el jardín, ella era el blanco, su principal objetivo era asesinarla con un veneno mortal para los humanos, al igual que para los... demonios, en un ser humano ese veneno causaría su muerte instantáneamente con solo apenas tocarlo, mientras que en los demonios su sufrimiento sería lento y doloroso.

—Quieres decir... qué lo que le pasa ahora es por ese veneno ¿cómo fue...? —No pudo terminar la pregunta, el peli plateado supo a qué se refería así que con calma le contestó.

—Como mayordomo y demonio de su tataranieta, él la protegió de aquellas flechas que contenían el veneno, en el momento él la cubrió con su cuerpo... Afortunadamente Molly logró hacer que el veneno no hiciera efecto haciendo que ese mismo fuera inservible. Pero...

—¿Pero?

—Quizá creímos que el veneno se volvió inservible cuando en realidad Molly solo detuvo por un tiempo el efecto, el veneno sigue en su sangre y pensé que ya no había restos de él.